Principios fundamentales según
Benedicto XVI
P. Fernando Pascual
30-12-2017
Para construir una sociedad
justa existen una serie de principios fundamentales que un católico, como
cualquier ser humano de buena voluntad, necesita respetar y defender en la vida
pública.
¿Cuáles son? Benedicto XVI
ofreció en diversas ocasiones la enumeración de algunos de tales principios.
Recogemos aquí dos de esas enumeraciones.
La primera procede de la
exhortación apostólica post-sinodal "Sacramentum
caritatis", firmada el 22 de febrero de 2007. En
el número 83, dedicado a la "coherencia eucarística", el Papa
Benedicto XVI destacaba estos principios:
"el respeto y la defensa
de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada
en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y
la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son
negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes
de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados
por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas
en los valores fundados en la naturaleza humana".
La segunda enumeración fue
ofrecida por el Papa Ratzinger a un grupo de obispos argentinos durante su
visita "ad limina", el 30 de abril de 2009.
En concreto, el Papa dijo:
"Los católicos deberán
destacar entre sus conciudadanos por el cumplimiento ejemplar de sus deberes
cívicos, así como por el ejercicio de las virtudes humanas y cristianas que
contribuyen a mejorar las relaciones personales, sociales y laborales. Su
compromiso los llevará también a promover de modo especial aquellos valores que
son esenciales al bien común de la sociedad, como la paz, la justicia, la
solidaridad, el bien de la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre
y una mujer, la tutela de la vida humana desde la concepción hasta su muerte
natural, y el derecho y obligación de los padres a educar a sus hijos según sus
convicciones morales y religiosas".
En el primer texto apareció
una fórmula muy clara: se trata de valores "no negociables", es
decir, valores que no pueden tratarse como algo opcional o cambiable según
alianzas políticas o presiones de diverso tipo.
La historia reciente de una
parte importante de la humanidad muestra cómo gobiernos, parlamentos, algunos
movimientos sociales, importantes medios de comunicación social, han trabajado
contra estos principios.
Por eso, recordarlos y
esforzarse por llevarlos a la práctica resulta hoy más urgente que nunca. Su
enumeración es sencilla, pues esos principios tocan 4 ámbitos bastante
concretos.
Primero: el ámbito de la vida
humana, que ha de ser respetada y defendida "desde su concepción hasta su
fin natural". En cierto sentido, la Iglesia cuenta con una carta magna
sobre este tema en la encíclica "Evangelium
vitae" de san Juan Pablo II.
Segundo: el ámbito de la
familia, "fundada en el matrimonio entre hombre y mujer". También
Juan Pablo II habló abundantemente de este tema, y la aprobación de leyes que
llaman matrimonio a otro tipo de uniones muestra la urgencia de este principio.
Tercero: "la libertad de
educación de los hijos" por parte de sus padres, según "sus
convicciones morales y religiosas". Aquí podemos recordar diversas
afirmaciones ofrecidas por el Papa Francisco en la exhortación apostólica "Amoris laetitia" (n. 84 y
partes importantes del capítulo 7) sobre la obligación gravísima de los padres
en esta tarea.
Cuarto: todo aquello que se
refiere al bien común, que en cierto modo engloba los tres puntos anteriores y
se abre a otros temas, como "la paz, la justicia, la solidaridad".
Estos principios o valores
fundamentales conservan toda su actualidad y merecen un renovado esfuerzo de
los bautizados para defenderlos en la vida pública. Lo exige no solo la
coherencia con la propia fe, sino también la misma vocación a la caridad.
Porque es precisamente el amor
quien nos empuja a promover estos principios, con los que se salvaguarda la
vida de millones de inocentes (especialmente de aquellos que son eliminados en
el seno de sus madres por culpa del aborto), y con los que se defiende la
armonía social desde su núcleo más importante: la familia fundada en el
matrimonio entre un hombre y una mujer que se comprometen a vivir el uno para
el otro.