Diálogo y simpatía
P. Fernando Pascual
2-12-2017
Resulta fácil dialogar cuando
existe respeto, claridad, simpatía, estima mutua. Puede haber puntos de vista
diferentes, incluso opuestos. Pero hay una relación que permite escuchar y
hablar desde la confianza y el aprecio.
No resulta fácil lograr esa
simpatía en muchos casos, porque las diferencias pueden ser relevantes, incluso
sobre temas de gran importancia. Pero resulta posible, si existe respeto y
acogida hacia el otro.
Por desgracia, quien se asoma
a internet y ve algunos comentarios ante ciertos temas, descubre rencores,
rabias, desprecios, incluso amenazas, que muestran odios escondidos en tantos
corazones y que dificultan el diálogo.
Por eso, en un mundo donde las
diferencias llevan a conflictos que enfrentan a las personas en sus hogares, en
el trabajo, en los estadios, en la calle, es hermoso encontrarse con quienes
saben acoger a quien piensa de otra manera.
¿Cómo lograrlo? No hay recetas
mágicas. Incluso, en ocasiones, es casi inevitable sentir un movimiento de
rabia cuando el otro lanza afirmaciones provocadoras, cuando muestra actitudes
de burla, o cuando apoya injusticias que no tienen nombre.
Pero en otras ocasiones, sobre
tantos temas sobre los que existen matices que generan diferentes opiniones,
resulta posible abrirse mutuamente, dar y recibir, escuchar y hablar con
serenidad y simpatía.
Bastará con mantener la mente
abierta a lo que el otro dice, desde el deseo de comprender sus razonamientos,
incluso desde una habilidad para intuir los sentimientos que hay detrás de las
ideas que defiende.
Porque, vale la pena
recordarlo, muchas veces pensamos desde experiencias del pasado o desde
emociones y simpatías, que no siempre permiten ver la realidad como es, pero
que tienen su valor en la historia personal de cada uno.
Solo cuando entendamos que el
otro (como también nosotros mismos) siente al pensar y piensa al sentir,
seremos capaces de comprender un poco más sus ideas y emociones, y mejoraremos
nuestras posibilidades de hablarle y de escucharle provechosamente, con
simpatía.