Miradas a la realidad
P. Fernando Pascual
25-11-2017
Ver la realidad no resulta
fácil por la cantidad de filtros que se interponen entre nuestra mente y las
cosas.
Unos adoptan prejuicios de
derechas, y otros de izquierdas. Unos creen que la ciencia lo explica (o lo
explicará) todo, y otros están convencidos de que lo más verdadero escapa a los
mejores laboratorios del planeta.
Entre los prejuicios, algunos
son verdaderos, otros son falsos, y otros mezclan un poco de todo.
Además, los prejuicios pueden
provocar graves engaños y manipulaciones grotescas, pero también hay ocasiones
en las que acercan a la verdad.
Ocurre, por ejemplo, que el
prejuicio falso según el cual muchos creen que todos los políticos son
corruptos permite concluir acertadamente que este político lo es de verdad.
Lo normal, sin embargo, es que
los prejuicios nos impidan comprender la realidad y nos lleven a juicios y
comportamientos dañinos para nosotros mismos y para otros.
El prejuicio racista lleva, de
un modo arbitrario e injusto, a ver la propia raza como superior y a despreciar
a los de otras razas como inferiores, cuando basta un poco de sensatez para ver
que todos tenemos la misma dignidad.
En un mundo lleno de
prejuicios y de antipatías, de perezas mentales y de engaños difundidos
hábilmente, hace falta promover miradas sanas a la realidad.
Esas miradas dejarán a un lado
prejuicios distorsionadores, muchos de ellos inculcados en la familia, la
escuela, los libros o los medios "informativos", para analizar asunto
por asunto, persona por persona, con objetividad, con justicia y con empatía.
Entonces el mundo desvelará
sorpresas que pondrán en ridículo tantos prejuicios absurdos y dañinos, y
seremos capaces de reconocer cualidades o defectos en los otros, desde una
apertura mental estimulante y dispuesta a acoger la realidad tal y como está
delante de nosotros.