MIRAR LA REALIDAD

 

Muchas veces, una persona, me ha dicho que tengo una visión equivocada de la realidad.

En diversas oportunidades me ha hecho ver su modo de ver para ayudarme.

Siempre le estaré agradecido por su colaboración para con mi formación.

Le debo mucho más que esto por ello mi gratitud para con esa persona es inmensa.

Tal vez mi visión de la realidad esté condicionada por mi condición de cura.

Tal vez mi visión de la realidad esté condicionada por el hecho de no detenerme en pequeñas cosas que hacen a las relaciones humanas.

Sin lugar a dudas el hecho de mirar la realidad es una cuestión nada fácil de realizar.

No debe ser nuestra mirada la única poseedora de la verdad.

Sabemos que detrás de todos y cada uno de los acontecimientos existen realidades que nos resultan invisibles pero que hay que tener en cuenta.

Nos resultan invisibles los intereses particulares que se mueven detrás de cada situación.

Nos resultan invisibles los fines concretos que se persiguen desde cada realidad.

Detrás de cada situación siempre hay personas con motivaciones y objetivos.

No podemos quedarnos, al mirar lo que nos rodea, con lo que, simplemente, vemos.

Hay, en oportunidades, verdades que se dicen a medias.

Hay, muchas veces, sentimientos que no se expresan pero que condicionan poderosamente las situaciones.

La realidad es mucho más compleja de lo que, aparentemente, puede verse.

Quizás podamos afirmar que nunca habremos de llegar a una visión completa y perfecta de la realidad que no rodea.

Detrás de cada hecho hay una inmensa cantidad  de hechos que nos resultan imposibles de llegar a ver.

Mirar la realidad y descubrir el rostro de Dios en ella es un algo que nos puede resultar mucho más sencillo ya que ello implica de nuestra parte un sencillo ejercicio de aprendizaje.

Dios nunca se mueve por intereses puramente individuales.

Dios no se mueve por motivos económicos o de poder.

Dios no se mueve por celos o por envidias.

Él nunca nos considera su propiedad y actúa en consecuencia.

Lo de Dios siempre dice de su amor por nosotros y su voluntad de ayudarnos a ser plenamente felices.

Lo de dios es mucho más simple que lo de nosotros los humanos.

Dios es desinteresado mientras que a nosotros actuar de tal manera nos cuesta muchísimo y, muchas veces, nos resulta casi un imposible.

Mirar la realidad y ver el rostro de Dios es, únicamente, una cuestión de convicción y ejercicio mientras que tratar de descubrir los intereses humanos es muy difícil de lograr.

Lo nuestro está teñido de intereses económicos,  políticos o individuales.

Nuestros intereses individuales dicen de posesión, fama o reconocimiento.

Nos cuesta, al menos a mí, tener una mirada amplia de la realidad.

Necesario se me hace dejarme ayudar constantemente para aprender tal cosa.

Quizás desde mi visión no comparta el hecho de ceder espacios y permitir otros ocupen espacios que considero puedo otorgar a quien más lo deseo.

Dios jamás se retira de nuestro lado por más que no lo tengamos en cuenta o consideremos es un agregado tardío.

Mirar la realidad no es cosa simple y, tal vez, debamos aprender de Dios para aprender de su actuar y hacerlo nuestro.

 

Padre Martin Ponce de León SDB