Razonar amablemente
P. Fernando Pascual
11-11-2017
Hay quienes ofrecen sus
opiniones y razonamientos desde una especie de atalaya. Miran desde arriba,
lanzan afirmaciones indiscutibles, muestran poco aprecio a lo que digan los
demás, buscan imponerse como quien está totalmente seguro de su superioridad.
Otros tienen un modo de hablar
sereno, amable, sencillo, casi humilde. En muchos casos están totalmente
convencidos de que tienen la razón, pero no muestran actitudes impositivas ni
desprecian a quienes tienen otros puntos de vista.
En las continuas relaciones
que establecemos como seres humanos, es difícil hablar con quienes adoptan el
primer tipo de actitudes, con quienes actúan como dictadores de las ideas que
aplastan a los "adversarios". En cambio, es agradable y provechoso
construir un diálogo con quienes saben razonar amablemente.
Por eso, cuando entramos en
relación con familiares, amigos, conocidos, compañeros de trabajo, podemos
estar seguros de nuestras convicciones, al mismo tiempo que buscamos ofrecer
nuestros argumentos con simpatía y con una sana humildad.
Como también sentimos alegría
al encontrar educación en las palabras en quienes, convencidos de sus ideas,
saben expresarlas de modo sereno, agradable, acogedor.
En un mundo donde las
tensiones y los conflictos llevan a choques no solo de palabras sino, por
desgracia, también de manos y de armas, esforzarnos por razonar amablemente
llevará a mejorar las relaciones, a construir puentes y, sobre todo, a caminar
suavemente hacia la verdad, una meta que deseamos desde lo más íntimo de
nuestras aspiraciones humanas.