Preguntas no respondidas
P. Fernando Pascual
11-11-2017
Tiene su arte: saber torear
una pregunta y, en vez de dar la respuesta, aprovechar cualquier ocasión para
difundir las propias ideas.
Preguntan al político A si
existe un plan para prevenir la falta de agua en varias zonas del país.
Responde que el gobierno mantiene sus compromisos, como se ve en los arreglos
de carreteras, y que está atento a las nuevas necesidades.
Preguntan al político B si su
partido, en el caso de que ganase las elecciones, subiría los impuestos sobre
la herencia. Responde que lo importante es atender las necesidades de las
clases más desfavorecidas y buscar redistribuir la riqueza entre la población.
Preguntan al político C qué
haría si se descubriera un nuevo escándalo en su grupo parlamentario. Responde
con ataques al partido opositor, que estaría lleno de lodo hasta las cejas...
Lo curioso es que a personas
como estas, no solo en el mundo de la política, se les sigue invitando una y
otra vez a entrevistas, encuentros, conferencias, como si su competencia
escurridiza y su habilidad para dejar no respondidas muchas preguntas fuese un
triunfo a exhibir continuamente.
Gracias a Dios, hay políticos,
y no políticos, que afrontan las preguntas serias y lo hacen de modo serio, que
responden lo que saben y reconocen lo que no saben, y que toman nota de lo que
necesitan estudiar para dar en el futuro respuestas adecuadas a
cuestionamientos importantes.
En un mundo donde la imagen
tiene un papel clave para el triunfo de personas con pocos conocimientos
técnicos y con mucha habilidad sofística, da gusto encontrarse otras personas
honestas, capaces de afrontar preguntas difíciles con naturalidad, sencillez,
respeto, y con respuestas adecuadas.