Pasos pequeños en la vida
espiritual
P. Fernando Pascual
11-11-2017
Hay conversiones fulminantes.
Un pecador se abre a la gracia, rompe con el mal, y cambia profundamente.
Hay conversiones lentas, como
un proceso de maduración que puede durar semanas. Un día llega la hora del
salto. Inicia una vida en Dios.
Tras la conversión, o como
parte de un camino constante de vida espiritual, llegan momentos de cansancio y
estancamiento. La tibieza asoma y oscurece el alma.
En esos momentos en que parece
que todo se ha detenido, o incluso que vamos hacia atrás, hace falta un pequeño
esfuerzo para romper el cerco.
No podemos permitir que la
acedia (el famoso "demonio meridiano") apague el fuego que recibimos
con la gracia. Necesitamos dar pasos pequeños para romper el cerco.
¿Cómo hacerlo? Es fácil
imaginar algunos ejemplo sencillos de cómo dar esos pasos en la vida
espiritual.
Este día la oración ha sido un
momento cansado, casi somnoliento. El desaliento asoma. Reacciono: mi paso
pequeño consiste en pedir perdón a Dios sin desanimarme.
La jornada ha estado llena de
tensiones y de angustias por lo material. Miro hacia un crucifijo. Junto las
manos y rezo por el cambio de mi corazón.
En la conversación dejé que
mis palabras corriesen libremente, y lancé críticas a cercanos y lejanos. Sí,
me doy cuenta muy tarde, pero ahora puedo rezar por aquellos a quienes he
dañado.
Son muchas las situaciones en
las que podemos dar pasos pequeños hacia Dios y hacia los demás. Son momentos
hermosos en la vida espiritual, porque encienden de nuevo el fervor y nos
impulsan en el camino hacia el amor.
Quizá no logro una santidad
rápida, fulminante. Pero dejo que Dios tome posesión de mi alma. Así me ayudará
a caminar hacia Él, y me abrirá al amor sincero que avanza, poco a poco, hacia
una vida bella.