¿Incompatibilidad en el matrimonio?
Martha Morales
G.K. Chesterton escribía: “Yo he conocido muchos matrimonios
felices pero ni uno solo compatible. Toda la mira del matrimonio es combatir
durante el instante en que la incompatibilidad se hace indiscutible, y
sobrevivirlo”. Y es verdad, el cuento de que hay incompatibilidad de caracteres se inventó cuando no se tienen argumentos sólidos para
romper y se carece de valentía para decir que en algo debemos cambiar o ceder.
Cada uno de nosotros somos distintos,
más o menos egoístas. Es preciso poner empeño para salir de ese angosto mundo
del egoísmo y descubrir la grandeza y la paz de centrar la propia vida en los
demás. Para empezar el primer consejo a los
cónyuges sería: saquen la televisión de su recámara. El televisor aísla,
recorta la comunicación.
Uno de los
grandes retos de la familia actual es tratar de comer juntos y tener momentos
de conversación. Al menos se ha de procurar hacer una comida al día juntos, ya
que vivimos bombardeados por trabajos y entretenimientos que puede quitar estos
preciosos momentos del arte de convivir en familia y con los hijos. Hay que
planear los temas de conversación (temas actuales, trabajo, estudio, amistades,
historia, lecturas, deportes, exámenes, etc.) y saber preguntar a cada uno cómo
le fue durante el día e interesarse por los detalles más pequeños.
Pocos lugares
son tan buenos para educar a los hijos como la mesa de comidas, allí aprenden a
conversar. Allí los padres también enseñan a sus hijos las buenas maneras y a
preocuparse los unos por los otros, a compartir, a conocerse y amarse. Si la
madre les prepara la comida con detalle, los hijos se empiezan a sentir que
valen. Es importante que los hijos se sepan apreciados y tenidos en cuenta.
Además, comer en familia lleva menos riesgos de sobrepeso.
Dios ha
encargado a la mujer que cuide de su esposo, y a él que la proteja y provea.
Son muy importantes las legislaciones sobre el matrimonio. La ley positiva ha
de basarse en la ley natural. La ley natural es la base sólida de todo derecho
y de todo deber. Hay que saber distinguir entre la legalidad –que sólo ve la
ley escrita-, y la legitimidad. Lo legítimo es lo que es justo y lo que está en
armonía con el Derecho Natural.
Con el recién
aprobado “divorcio express” (divorcio rápido) se desprotege al matrimonio y se
ataca fuertemente a la familia porque ese divorcio lo único que busca es
separar a los cónyuges, sin considerar que muchas veces hay una crisis pasajera
de parte de él o de ella, y que, reflexionando en el bien que trae la solidez
de un matrimonio para los cónyuges y para los hijos, superan la prueba y salen
de ella con más madurez. Ese divorcio express tampoco considera
la patria potestad ni la manutención de los hijos, se centra en separar a los
cónyuges y ya.
Reducir
matrimonio a una cuestión “erótica sexual” es remitirlo a una cuestión corporal
sexual. Eso no es el matrimonio.
Decía el
cardenal Joseph Ratzinger: la sexualidad se ha trivializado, se ha banalizado
porque se ha reducido al placer, pero la sexualidad es un misterio muy grande,
incluso es un misterio sagrado porque es un proyecto de Dios de crear al hombre
para el amor, es un modo de participar de la realidad de Dios. Tiene su
plenitud en el amor divino, pero cuando la sexualidad se separa del amor, se
hace trivial y se convierte en un objeto de comercio. Al separarse del amor se
separa de la vida y lleva a la “cultura de la muerte”.
La cuestión de
la relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más
profunda del ser humano. No puede separarse de la pregunta: ¿quién soy? Y esta
pregunta, a su vez, no puede separarse del interrogante: ¿existe Dios?, y,
¿quién es Dios? La respuesta de la Biblia a estas dos preguntas es unitaria: el
hombre es creado a imagen de Dios, y Dios mismo es amor. Por este motivo, la
vocación al amor es lo que hace del hombre auténtica imagen de Dios: se hace
semejante a Dios en la medida en que se convierte en alguien que ama.
Las diferentes
formas actuales de disolución del matrimonio, como las uniones libres y el
«matrimonio a prueba», hasta el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo, son
expresiones de una libertad anárquica. Una ‘libertad’ así se basa en una
banalización del cuerpo, que inevitablemente incluye la banalización del
hombre. Su presupuesto es que el hombre puede hacer de sí lo que quiere: su
cuerpo se convierte de este modo en algo secundario, manipulable, que se puede
utilizar como se quiere. El libertinaje termina haciendo despreciable el cuerpo.
Somos
corresponsables del futuro de la humanidad; porque el futuro de la humanidad
nace y crece en la familia”. G.K. Chesterton escribía: “El lugar donde nacen
los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una
oficina, ni un comercio, ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la
familia. Los que hablan contra la familia no saben lo que hacen, porque no
saben lo que deshacen”. Este autor inglés, Chesterton, escribió hace 75 años:
“La próxima gran herejía será simplemente un ataque a la moral, especialmente a
la moral sexual. Y la locura del mañana vendrá, no de Moscú, sino de Manhattan”.