Procura hablar con Dios

Rebeca Reynaud

 

Si es importante hablar con las personas, lo es más aún hablar con Dios. “La oración restablece al hombre en la semejanza con Dios y le hace participar en la potencia del amor de Dios que salva” (CEC)

¿Qué es hacer oración? Es hablar con Dios con confianza. Es contarle lo que llevamos en la cabeza y en el corazón; es decirle: “Ayúdame a hacer tu voluntad, pues sólo así seré feliz”. ¿Por qué es importante orar? Porque orar es amar.

Le preguntan a una experta, María Simma, campesina alemana recién fallecida:

—Si yo no rezo nunca y hoy deseo hacerlo, ¿qué me aconsejaría?

Contesta:

—Apague la televisión, desconecte el teléfono, vaya a su habitación y cierre la puerta. Busque una fotografía de Jesús o un Crucifijo y predisponga su atención en esa dirección. Durante este tiempo de oración, entréguele su corazón a Él y solamente a Él. Podría empezar con 15 minutos de oración y luego aumentar hasta llegar a una hora. Si es constante durante un mes, se sorprenderá de la paz y el gozo que tendrá.

 

La gente dice:

-“Dios no me oye”.

Habría que contestarle:

-Y tú…,¿oyes a Dios?

 

¿Dicen que rezar cambia las cosas, pero es cierto que cambia algo? ¿Rezar cambia tu situación presente o tus circunstancias? No, no siempre, pero cambia el modo en el que ves esos acontecimientos. ¿Rezar cambia tu futuro económico? No, no siempre, pero cambia el modo en que buscar atender tus necesidades diarias. ¿Rezar cambia corazones o el cuerpo dolorido? No, no siempre, pero cambia tu energía interior.

¿Rezar cambia tu querer y tus deseos? No, no siempre, pero cambiará tu querer por el querer de Dios. ¿Rezar cambia cómo el mundo? No, no siempre, pero cambiará los ojos con los que ves el mundo.

¿Rezar cambia tus culpas del pasado? No, no siempre, pero cambiará tu esperanza en el futuro. ¿Rezar cambia a la gente a tu alrededor? No, no siempre, pero te cambiará a ti, pues el problema no está siempre en otros.

¿Rezar cambia tu vida de un modo que no puedes explicar? Ah, sí, siempre. Y esto te cambiará totalmente. Entonces, ¿rezar REALMENTE cambia ALGO? Sí, REALMENTE cambia TODO. (Teressa Vowell).

 

Santa Catalina de Siena le preguntó al Señor cómo conocerlo y amarlo más. Jesús se le aparece y le dice:

¾ Hija mía, ¿sabes quién eres tú y quien soy yo? Si lo sabes serás infinitamente feliz. Tú tienes que saber que eres la que no es, y Yo, el que es. Si guardas este conocimiento en el fondo de tu alma, el demonio jamás te podrá engañar, y evitarás así todas sus trampas, todos sus engaños, y sin sufrir por eso. Nunca harás algo que se oponga a mis mandamientos, y descubrirás todos los dones de la gracia y todas las virtudes del amor.

Santa Catalina de Siena dejó escrito: El alma que persevera en la oración humilde alcanza todas las virtudes. Más queéxtasis o arrobamientos, hay que pedirle al Señor que nos libre del amor propio desordenado, del egoísmo y de la soberbia, en suma, que nos libre de nosotros mismos.

“La oración es ante todo una actitud interior… En este mirar a Otro está la esencia de la oración como experiencia de una realidad que supera lo sensible”, dice Benedicto XVI. Para que un hombre sea lo que debe ser, debe ser un alma de oración. Un discípulo de Jesús lo refiere todo al Padre. El hecho de acompañar al Señor, de buscar la presencia del sagrario, de dirigirle miradas, sonrisas, canciones, es señal de que nuestro corazón está orientado hacia Él. Lo que nos distrae de la oración es la curiosidad, el querer saber noticias o ver el celular.

Para San Josemaría Escrivá la oración es “la humildad del hombre que reconoce su profunda miseria y la grandeza de Dios al que se dirige y adora, de manera que todo lo espera de Él y nada de sí mismo” (Surco, 259). Dicho de otro modo: orar es... ponerse uno en su sitio. (Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, Plaza & Janes Ed., Barcelona 1995, p. 373).

Jesús les enseña a los suyos que el origen del bien está en la oración. Nos enseña a decir en el Padrenuestro, “no nos dejes caer en tentación”, de la falta de unidad o de faltas de caridad. Para no caer en la tentación, dice Jesús, “velad conmigo”. Se trata de no caer en la tentación de contestarle mal a alguno. No caer en la tentación de retirarle el habla a Fulano porque me hizo una corrección… San Juan de la Cruz dice que es más precioso delante de Dios un poco de amor puro que todas las obras juntas.

Si hay deseos de agradar a Dios, habrá oración. Si hay oración no le retiramos a nadie el habla, nunca. Si a alguna no le hablo, desde ese entonces no he hecho verdadera oración. Si no le hablo es que soy un baboso, un necio, gana la soberbia, estoy acariciando a la antigua Serpiente, y no me doy cuenta.

 

Mientras no digamos “hágase tu Voluntad”, no hacemos oración. Al Señor le gusta que le dediquemos tiempo en exclusiva, y no que a la hora de la oración hagamos otras cosas a la vez. No posponer la conversión. México tiene el 1er lugar de adoradores nocturnos. El hombre vale lo que vale su oración.

San Gregorio escribió: Rezando alcanzan los hombres las gracias que Dios determinó concederles antes de todos los siglos. San Buenaventura afirma que el Señor tiene por traidor a aquel que al verse sitiado de tentaciones no acude a Él en demanda de socorro.

Cuando oramos por una persona estamos encendiendo una luz en medio de la oscuridad. La oración pavimenta parte del camino al cielo (Restrepo).

Benedicto XVI dijo: “Sin oración el yo humano termina por encerrarse en sí mismo, y la conciencia, que tendría que ser eco de la voz de Dios, corre el riesgo de reducirse al espejo del yo”. Y añadió: este encerrarse en sí mismo, lleva a un "coloquio interior que se convierte en un monólogo, dando lugar a miles de auto-justificaciones". La oración "es la primera y principal 'arma' para afrontar victoriosamente la lucha contra el espíritu del mal". "La verdadera oración nunca es egocéntrica, sino que siempre está centrada en el otro (...), sin oración no hay esperanza, sólo existe ilusión". (Miércoles de Ceniza, 2008).