Entre el egoísmo y el amor

P. Fernando Pascual

21-10-2017

 

La libertad está abierta. Con ella establecemos opciones, escogemos entre el bien o el mal.

 

Sin opciones no habría libertad: seríamos esclavos. En cada momento estaríamos determinados a una única posibilidad de elección.

 

En cambio, la experiencia continua de opciones y la apertura de nuestra mente y de nuestro corazón explican que tenemos libertad.

 

Gracias a la libertad, en cada momento escogemos entre el egoísmo o el amor, entre lo que separa o lo que une.

 

La opción es egoísta cuando el centro está solo en nosotros y los demás quedan reducidos a satélites a nuestro servicio.

 

La opción será de amor cuando el centro esté en Dios y en los demás, y así nuestro yo quede situado en un lugar secundario.

 

La historia humana y la realidad presente ponen ante nuestros ojos miles de gestos de egoísmo y otros miles de gestos de amor.

 

Los egoístas dañan, cierran, dividen, destruyen, provocan lágrimas. Al final, quien vivió para sí mismo descubre su fracaso y llora por su miseria moral.

 

Los enamorados curan, abren, unen, construyen, llevan a la verdadera alegría. No sin trabajos, porque amar cuesta. Pero siempre con esperanza: vale la pena morir por el amor.

 

Seguimos en camino, entre el egoísmo y el amor. La libertad decide en cada momento hacia dónde vamos. Los aciertos y los errores se suceden.

 

Gracias a Dios, cada nuevo instante nos permite corregir errores o consolidar el buen camino. Entonces el egoísmo queda derrotado, y el mundo se enciende con la llama maravillosa de un amor que salta hasta la vida eterna...