LA VIDA LITÚRGICA DE
SANTA TERESA
Lecciones para la Iglesia de hoy
Vamos a exponer el amor de la Santa
en el culto externo de la Iglesia, la vivencia mística de los misterios
celebrados, especialmente en la Liturgia de las Horas y en la Eucaristía.
Dice el P. Ribera, su primer
biógrafo:
<< Tenía grandísima curiosidad
en que todo lo que tocaba al servicio de este Sacramento estuviese muy cumplido
y limpio y bien aderezado, como es la iglesia y el altar, y frontales y
ornamentos y cálices y corporales”.
Teresa nos ha dejado la herencia de
un estilo noble, bello, solemne, dentro de la sobriedad, para el marco externo
de la celebración de los misterios.
--- El Oficio Divino ha sido un lugar
privilegiado de oración, de contemplación del misterio, de auténticas experiencias
místicas.
<< Estando una vez en las horas
(Oficio Divino) con todas, de presto se recogió mi alma…y en el centro de ella
se me apareció Cristo Señor como le suelo ver>> (V 40,5).
En otra ocasión Teresa tuvo el gozo
de contemplar a la Virgen presente en medio de sus monjas que le aseguraba su
intercesión. Hermoso detalle que confirma la presencia de María en toda
comunidad orante.
--- La Eucaristía fue el centro de la
vida de Teresa, el momento privilegiado de su comunión con Cristo, el espacio de
sus experiencias místicas más profundas y sublimes. En sus experiencias
eucarísticas, Cristo se le representa siempre como resucitado y glorioso.
--- Todas estas experiencias
teresianas me han recordado varios textos del Concilio Vaticano II:
<<Cristo está presente en su
Iglesia en la Palabra, en la comunidad celebrante, en el que preside la
Eucaristía y sobre todo en el Pan y Vino consagrado” (SC 7).
Cuando esta experiencia es sentida y
vivida la celebración adquiere más intensidad y profundidad espiritual.
En otro texto el Concilio habla que
en la Eucaristía la Iglesia peregrinante entra en comunión con la Iglesia
celeste.
Juan Pablo II en un documento que
trata del Domingo, día del Señor, nos dice que la
Virgen está presente en la asamblea dominical.
--- Una gran lección la que nos dan
los místicos: la Eucaristía y la Liturgia de la Iglesia es una escuela de
oración y la experiencia más profunda que podemos tener de Jesucristo.
Que la Santa nos revele y nos
contagie su experiencia litúrgica, que no sea una rutina para nosotros nuestras
celebraciones sino que sean un encuentro con el Resucitado que transforma el
corazón del creyente.