Si el amor aprieta, no es de tu talla”

Martha Morales

 

Es grande el porcentaje de relaciones sentimentales que están viciadas a causa de actitudes controladores o celos. Por eso es necesario reflexionar.

Hay muchos noviazgos donde las relaciones personales dejan mucho que desear. Las conversaciones giran sobre temas sin importancia o sobre cosas materiales, y ¿no se llegan a conocer a fondo!... porque no conversan sobre sus convicciones, sobre su moral, sobre el número de hijos que están dispuestos a recibir, sobre con quién van a pasar las fiestas familiares como la de Navidad. Y si eso no está resuelto luego son fuente de conflictos.

La prisa de algunas mujeres por quedar embarazadas las lleva a no conocer al hombre que están apenas tratando. Y lo malo es que no se atreven a pensar: ¿Soy capaz de o que no mantenerme sola, soy capaz de educar a un hijo con mis conocimientos y con el dinero que tengo? ¿Se va él a comprometer a una relación seria conmigo, como es el matrimonio? O voy a llevar una vida inestable.

Lo mejor del amor es la fidelidad, y es lo que todos buscamos: Un amor para toda la vida, y no un amor “para pasar el rato”. Si prevés que él o ella no va a ser fiel, mejor déjalo por la paz.

¿Cómo elegir a la pareja adecuada?

Debes escoger a la persona con la cual encuentres más afinidad y con quien puedas compartir lo que eres: tus gustos y tu forma de ver la vida. Pregúntale: ¿cómo es tu vida familiar? ¿Cuáles son tus metas? ¿Qué importancia tiene la religión? ¿Qué opinas del matrimonio? ¿Qué piensas sobre la educación de los hijos? Y, si es varón, fíjate si tiene modo de ganarse la vida. Hay hábitos o modos de ser que la otra persona no podrá cambiar. Hay que analizar si esas cosas son destructivas o no.

Una persona muy sabia y preparada, Isabel Perochena, aconsejaba a los jóvenes: Si quieres elegir a alguien que valga la pena fíjate en qué cree, qué espera y qué ama. ¿Cree en Dios? ¿Pone por obra esa fe? Si es incrédulo, no te conviene. Todos los males vienen  de los incrédulos. Son los que venden droga, hacen algo malo sin escrúpulos y no tienen afán de servir a nadie, sino de servirse de los demás.

Si ya te vas a casar y dudas de tu pareja, ¡no te cases! Para casarse hay que estar seguros de esa persona. Si pensamos que esa persona nos garantiza 100% podemos dar el paso, aunque ese 100% se convierte pronto en 70%.

Hay quienes no hacen nada para superar sus crisis de pareja; otros, buscan ayuda de un experto o de un sacerdote. Otras veces se concluye que esa relación no puede ir adelante, entonces hay que tener la valentía de cortar radicalmente. Si él es violento o goleador, borracho y mujeriego, la separación es el daño menor.

Partiendo de la base de que no existe la persona perfecta, se deberá presupuestar una cierta dosis de tolerancia ante las limitaciones o imperfecciones. El noviazgo es una etapa seria y divertida, pero se han de conocer en su psicología, en sus reacciones y en cómo se comportan ante la frustración. Hoy hay poca tolerancia a la frustración, y eso es una pena, pues lo normal es que todos tengamos frustraciones, son parte de la vida.

Una persona consulta:

-“Desde hace un año y tres meses tengo un novio que se portaba de lo mejor, pero últimamente dejó de ser atento conmigo. Hay otro muchacho que me ronda y que me gusta, me pidió que fuera su novia. ¿Qué hago?”.

Trata de ordenar tus ideas y sentimientos. Si has notado cambios en el trato por parte de tu novio, seguramente, es porque tanto tú como él, están experimentando cambios en su forma de ver su relación de pareja. Antes de iniciar cualquier otra relación con una nueva pareja, trata de resolver esta situación, de lo contrario podrían quedar aspectos importantes de tu vida sin resolver. "Darse tiempo" puede ser benéfico si ambos logran aclarar sus sentimientos.

Ahora mismo el defecto de la gente joven es que no piensa, sólo actúa por lo inmediato. Recuerda que el noviazgo es para conocer a diferentes personas y sus formas de pensar, con el fin de que tu pareja definitiva sea lo más cercano a tus expectativas y puedan ambos desarrollarse plenamente como personas.