Escenario de un
cristianismo renovado
Ángel Gutiérrez Sanz
Según palabras de Pío XII :
«Los fieles, y más precisamente
los laicos,
se encuentran en la línea más
avanzada de la vida de la Iglesia;
por ellos la Iglesia es el
principio vital de la sociedad humana.
Por tanto ellos, ellos
especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de
pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia”
Octubre es el mes dedicado a las Misiones,
aunque cualquier momento es bueno para hablar sobre este tema.
La
cristiana revolución pacífica conocida con el nombre de Nueva Evangelización, que
se proyecta llevar a cabo en el trascurso el siglo XXI, tendrá que afrontar obstáculos
procedentes tanto del exterior como del interior. Un ejército de almas contemplativas
nos acompaña en la sagrada misión de implorar al cielo para que no nos falte su
gracia. Damos por supuesto que contamos con el favor divino, seguro que Dios no
nos va a fallar, por lo que ya de entrada contamos con su ayuda; pero sabemos
también que hay algo que nos corresponde poner a los que vivimos en el mundo y
es aquí donde surgen las dudas y los temores.
El hecho, previsible por una parte, de la escasez del clero y por otra que el lugar de encuentro misional no van a ser los recintos sagrados, ni los templos, sino la calle, hace pensar que los protagonistas de la Nueva Evangelización no pueden ser otros que los propios seglares y es por lo que desde hace tiempo desde diversas instancias eclesiásticas se viene diciendo que ; “la evangelización de los nuevos tiempos se hará por los laicos o no se hará”.
La operación encomendada a los cristianos de
nuestro tiempo, en las actuales circunstancias, va a
resultar complicada si tenemos en cuenta el campo de operaciones en el que va a
ser obligado actuar. Nuestro mundo resulta complejo y complicado debido a que
el secularismo se ha expandido por todos los rincones y la resistencia que van
a oponer las fuerzas de distinto signo, incluidas las políticas,
previsiblemente va a ser brutal. No solamente esto hay que tener en cuenta, además
que los medios y estrategias utilizadas en el pasado ya no sirven porque todo
ha cambiado y nos movemos en un mundo virtual. Los medios de comunicación son
muy sofisticados y exigen ponerse al día. Ya no son suficientes los sermones
para catequizar a la gente, ni siquiera lo es el papel impreso, hay que hacerlo
a través de los mass-media: la radio, la televisión, internet, redes sociales
etc. Una página Web, un canal televisivo o emisora de radio, pueden ser de más
eficacia en estos tiempos que mil púlpitos y tendremos que ir mentalizándonos
de que esto es así, cosa que no se consigue de la noche a la mañana
Hoy por
hoy cuando menos, es dudoso que los cristianos de a pie estemos preparados para
asumir tanto desafío. Primero y antes que nada lo que se necesita es una toma
de conciencia previa de la misión a la que estamos llamados y comenzar a
sentirnos parte activa de la Iglesia militante, porque hasta ahora la gran masa
de cristianos durante muchos años hemos venido asumiendo una actitud pasiva, lo
que hemos hecho es dejarnos llevar y esperar a que se nos diera todo hecho. Necesario
sería también deshacernos de muchos complejos y prejuicios, para poder
recuperar el orgullo perdido de ser cristiano y una vez ilusionados con este
hermoso proyecto poder hacer acopio de
fuerzas y del coraje suficiente para no sucumbir ante las dificultades, que con
toda seguridad van a ir surgiendo. Naturalmente va hacer falta también una
actitud clara y decidida de compromiso cristiano y la pregunta es ¿llegará el
cristiano de hoy a estar en disposición para poder asumir el reto de hora
presente?
Lo que
hoy estamos viendo es que a la gente en general, incluidos los cristianos, nos
cuesta mucho nadar contra corriente y al igual que todos los demás nos plegamos
a lo políticamente correcto, nos refugiamos en los silencios cómodos y hemos
aprendido a ocultar nuestras cobardías bajo el ropaje de falsa prudencia y sólo
muy de tarde en tarde, de vez en cuando, surge el héroe o el santo que es capaz
de todo por defender unos ideales. Nos hemos acostumbrado a lo fácil, a
permanecer neutrales y esconder nuestra confesionalidad en la calle, en la
familia, en las empresas donde trabajamos, en los sindicatos. Nos hemos ido
acostumbrando a diseccionar nuestra vida en compartimentos estancos y cuando se
nos pide dar la cara disponemos de mil excusas para no hacerlo, diciendo que
una cosa es el ámbito público y otra bien distinta el privado; que hay que ser
cristiano en el templo pero olvidarnos de serlo en la oficina, en las aulas o
en el parlamento donde se trabaja por el bien común.
Es frecuente escuchar a los cristianos con cargos públicos palabras como éstas. “Yo esto no lo haría” y ahí queda todo sin arriesgar lo más mínimo para que las cosas cambien. “Yo pienso así, pero allá cada cual con su conciencia” dicen, sin pelear por convencer a los demás. Con semejante disposición es difícil pensar en una revolución cristiana, así nunca saldremos de donde nos encontramos. No serán ciertamente los sujetos apáticos, tocados por la indiferencia, los llamados a ser los nuevos apóstoles de un cristianismo renovado que tanto se está necesitando; pero también es verdad y hay que decirlo, que hoy como en todas las épocas existen cristianos intrépidos que no se esconden, que están dando la cara públicamente, que luchan por la causa de Cristo en ambientes hostiles, sin que se sientan arropados por sus hermanos de religión, cristianos dicho sea de paso a los que se les está dejando solos abandonados a su suerte, eso cuando no se les ponen cortapisas desde dentro.
Desde las trincheras es muy fácil
decir que en estos tiempos que corren se necesitan cristianos comprometidos,
pero quienes esto piden y exigen a los demás debieran ser los primeros en dar
la cara y predicar con el ejemplo o por lo menos no debieran negarse a prestar
el apoyo necesario a los que están dispuestos a ello, porque los soldados que
se encuentran en el frente necesitan la certeza de que detrás de ellos están
los mandos, dispuestos a ayudarles moralmente en todo lo que haga falta. Por
ejemplo falta de compromiso sería contemplar desde el campanario, como perros
mudos, los graves acontecimientos que están sucediendo hoy en España
Aparte de los franco tiradores, si algo está
haciendo falta actualmente en las filas del cristianismo es una sólida
organización estructurada y dirigida desde arriba, que al igual que lo fue en
su día la Acción Católica, sea capaz de coadunar la vocación cristiana con la vocación
político-social. La misión encomendada a
los laicos de sacar el cristianismo a la calle comenzará a ser posible cuando,
tanto los de arriba como los de abajo, perciban que es necesaria la conjunción
de fuerzas para que todos unidos comencemos a remar en la misma dirección. Dentro
siempre de la ortodoxia, es preciso que todos a una tratemos de abrir nuevos
espacios para dar respuestas a los múltiples interrogantes de nuestro mundo.
Una iglesia al servicio de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, como la
quiere Cristo, ha de estar dispuesta a bajar a la arena para avanzar por
caminos polvorientos
Sorprende
sobremanera, por ejemplo, que el Foro de Laicos en España, impulsor del apostolado
seglar, esté constituido por no menos de 70 organismos, que a primera vista podía
hacer pensar que efectivamente los laicos se han convertido en los apóstoles de
los nuevos tiempos; pero nada más lejos de la realidad. En general estos
organismos del Apostolado Seglar carecen de peso específico en nuestra sociedad,
porque les falta vitalidad y les sobra dispersión. Sólo si algún día son
revitalizados y debidamente articulados y coordinados se podrá dar el primer
paso en orden a la creación de un nuevo escenario, en que nuestra fuerza se vea
multiplicada al sentirnos obreros de la misma viña.
Puede
que llegue el día en que los creyentes
entendamos que hay que trabajar codo con codo para contagiar a los que no lo
son, tiempos en los que todos nos sintamos llamados a la santidad, aunque no llevemos sotana ni habito, que vivamos nuestro cristianismo en la calle con pasión,
igual que en otros tiempos lo hicieron los eremitas en el desierto, santos que
vayan al football, escuchen música y les guste viajar, samaritanos compasivos
dispuestos a echar una mano a todos los hermanos necesitados, ejemplares esposos y padres de familia que miran por el
bien de su familia, profesores competentes al servicio de la verdad y el bien,
políticos honestos movidos por el bien general, profesionales cualificados que hacen
del trabajo oración, personas normales y corrientes que tienen a Dios en lugar
preferente y todo lo hacen con Él, por Él y para Él, gentes en fin que no tiene miedo de vivir en el mundo
porque piensan que esta tierra es posesión
de Dios y lugar de santificación