Manipulaciones lingüísticas:
pobres, pobros, pobras
P. Fernando Pascual
19-8-2017
Quizá algún día encontremos un
conferencista que no use la palabra "pobres" por ser poco inclusiva,
sino que invente los términos pobros y pobras...
Lo anterior puede parecer
ridículo, pero ya hay quien ha empleado las palabras "miembros" y "miembras", y otras manipulaciones parecidas.
La gente usa una lengua según
convenciones arbitrarias que pueden ser cambiadas con el paso del tiempo. Lo
que resulta extraño es imponer cambios desde ideologías arbitrarias.
Porque es ideológico evitar la
palabra "hijo" y sustituirla por "producto de la concepción"
cuando se trata de un aborto.
Como también es ideológico,
según una narración en la novela "Vida y destino", hablar de los
cadáveres como si fuesen simples cuerpos a numerar.
Alguno dirá que distinguir
entre miembras y miembros es enriquecedor e
inclusivo, y no tiene semejanza con hablar de "producto de la concepción"
en vez de "embrión humano".
En realidad, el cambio no es
inclusivo simplemente porque quien dice pobres o dice miembros sabe
tranquilamente que se refiere a hombres o mujeres, sin discriminación alguna.
Las manipulaciones
lingüísticas existen, por lo tanto, cuando desde ideologías se quiere imponer
un modo de pensar a la sociedad a través de nuevas palabras. Lo cual es típico
de pensamientos totalitarios que tanto daño han hecho en el pasado y en el
presente.
Por eso es necesario resistir
serenamente, también desde una sana ironía, a manipulaciones lingüísticas que
inventan discriminaciones donde no las hay, o que las crean al promover
eufemismos con los que buscan que no veamos ciertas injusticias contra los más
débiles e indefensos.
La mejor resistencia
consistirá en usar las palabras con su significado genuino, ese que todos
comprendemos cuando decimos "hombres" para aludir a la vez a mujeres
y varones, o cuando decimos "hijos" para designar a todo ser humano
en relación a sus padres, también cuando uno todavía sigue vivo en el seno de
su madre.