INVOCACIÓN AL SEÑOR SANTIAGO

AMIGOS DE BUENAFUENTE, 11 DE AGOSTO DE 2017

Señor Santiago:

Un año más, los Amigos del Monasterio de Buenafuente del Sistal, en la provincia de Guadalajara, llegamos alegres a tu casa, después de hacer a pie cerca de cien kilómetros por el Camino del Norte, hasta alcanzar  Villalba.

Este año recordamos especialmente el centenario de las apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos en Fátima, y evocamos la tradición de que tú mismo fuiste confortado por la Madre de Dios en tu tarea apostólica por nuestras tierras hispanas.

En las distintas rutas que nos conducen hasta tu casa, hay muchos lugares donde precisamente se venera a la Virgen bajo la advocación del Camino, y desde el comienzo de la peregrinación jacobea, en las cantigas y romances de aquella época, se narran los milagros que hacía Nuestra Señora en favor de los peregrinos. Es una experiencia inenarrable la paz interior que nos regala la Providencia a tantos que llegamos hasta aquí, regalo que seguro tiene que ver con tu intercesión y la de nuestra Señora.

Siempre que acudimos hasta tu sepulcro, Señor Santiago, traemos la mochila cargada de intenciones, no solo las más íntimas y personales, que tú bien conoces y te pedimos nos concedas, sobre todo la gracia de la perdonanza; sino también las que imploramos compartiéndolas con tantos peregrinos que vienen de diferentes países. Te pedimos por la paz entre las naciones, la convivencia de los pueblos, el respeto mutuo en medio de la diversidad, la capacidad de diálogo por el que llegar al entendimiento entre los distintos pueblos.

Tú, que según la tradición, cruzaste el Mar Mediterráneo, desde las costas de Palestina hasta nuestra península, ilumina a nuestros dirigentes, para que promuevan la seguridad de los migrantes, y no perezcan en su travesía por causa de las mafias.

Tú fuiste testigo en lo alto del monte, del rostro luminoso y transfigurado del Señor Jesús; intercede ante el Maestro divino para que la naturaleza sea conservada y la casa común de toda la humanidad goce del esplendor de la belleza que tanto hemos gozado contemplando a lo largo de los caminos recorridos.

Fortalece nuestra fe, déjanos gustar el don de sabernos acompañados en la vida por el mejor compañero, por quien nos habita por dentro, Jesucristo, y se ha comprometido a venir con nosotros por dondequiera que vayamos. Te lo pedimos especialmente por quienes viven en soledad, los ancianos, los niños huérfanos, las personas que quedan viudas, por quienes buscan un sentido en su vida, un trabajo, y también por quienes sienten la llamada a seguir el Evangelio; que todos sientan tu protección.

Te pedimos por los contemplativos, por las familias cristinas, por nuestras iglesias de origen y por esta diócesis apostólica que nos acoge. La ofrenda del incienso que hoy hacemos suba hasta lo más alto del cielo y vuelva convertida en bendición sobre nuestros pueblos, especialmente sobre aquellas comunidades que sufren la intemperie de la despoblación.

Bendícenos con tu abrazo de amigo del Señor. Amén.