¿Somos luz o tinieblas?
Pbro.
José Martínez Colín
1) Para saber
Si vemos una gran
humareda, nos imaginamos que algo se está quemando. El humo es un signo del
fuego. Los signos nos ayudan a dirigir nuestra mente a otra realidad. Y cuando
se trata de realidades sobrenaturales, los signos nos ayudan a comprender un
poco más de los misterios de Dios.
El Papa Francisco
en su reciente audiencia habló del signo de la luz, muy presente en la liturgia
de la Iglesia. Recordó que antiguamente los templos estaban orientadas
hacia el este. Se entraba por una puerta abierta hacia occidente y, caminando
se dirigía hacia oriente. El occidente es el punto cardinal del ocaso, donde
muere la luz. El oriente, en cambio, es el lugar donde las tinieblas son
vencidas por la primera luz de la aurora y nos recuerda a Cristo, Sol surgido
de lo alto al horizonte del mundo (Cfr. Lc 1,78). Se puede decir que el mismo cosmos
participa con su lenguaje.
Ya en el Antiguo
Testamento el profeta Isaías había anunciado la llegada de Cristo y que recoge
san Mateo: “El pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz; para los
que yacían en región y sombra de muerte una luz ha amanecido (Mt 4,16). Nuestro
Señor Jesucristo lo dirá de sí mismo: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8,
12).
2) Para pensar
Así como la luz nos
permite ver bien las cosas, así la luz de la fe nos permite ver las cosas, y la
misma vida, en su verdadera profundidad y sentido. Sin ella, nos dice el Papa,
todo se vuelve confuso, es imposible distinguir el bien del mal, y nos hace
perder el camino que nos lleva a nuestra felicidad.
La liturgia
bautismal nos recuerda la importancia de esa luz. Al final del rito, se entrega
una vela, cuya llama es encendida del cirio pascual. En este signo está la
propagación de la Resurrección de Jesús en la vida de todos los cristianos. La
vida de la Iglesia es iluminar con esta luz. Después, cada cristiano ha de llevar
la luz de Cristo a los demás con su serenidad ante dificultades, con su deseo
de recomenzar a querer el bien y seguir caminando incluso cuando se han
experimentado muchas desilusiones.
Pensemos si, como
bautizados, llevamos esa luz de Cristo a los corazones de los demás.
3) Para vivir
¿Qué cosa quiere
decir ser cristianos? Quiere decir creer en la luz de la fe, incluso cuando el
mundo está envuelto por la noche y las tinieblas. Ser cristiano, por la gracia
de Cristo recibido en el Bautismo, es estar “orientado” a la luz: no creer en
la oscuridad, sino en el resplandecer del día; no ser derrotados por la muerte,
sino anhelar el resucitar. Esta es nuestra esperanza cristiana: la salvación
que Jesús nos trae con su luz y nos salva de las tinieblas.
La luz de Cristo
nos ilumina sobre lo que somos: No somos huérfanos, tenemos un Padre y...
¡nuestro Padre es Dios! ¡Creemos que Jesús es la luz! ¡Creemos que el Espíritu
Santo obra sin descanso por el bien de la humanidad!
El Papa Francisco
nos vuelve a invitar a recordar o investigar la fecha de nuestro bautismo y no
olvidarla nunca. Es la fecha del renacer, es la fecha en la cual hemos sido
iluminados por la luz de Cristo.