Ir a lo esencial

P. Fernando Pascual

6-8-2017

 

En la vida se suceden noticias, mensajes, peticiones, palabras de alabanza o de desprecio, anhelos, lecturas, películas.

 

El tiempo es corto. No podemos hacerlo todo. Ni tampoco es sano dejarse llevar por las variaciones del viento.

 

Necesitamos pensar bien las metas que guiarán nuestros pasos. Solo aquello que lleva a amar vale la pena. Lo demás distrae, ahoga, cansa.

 

Entre las voces que han llegado a mi vida, ¿cuáles me ayudan a amar? ¿Cuáles me tientan a hundirme en pequeñeces sin sentido?

 

Para poder discernir correctamente necesito un silencio sano y fecundo. Así seré capaz de filtrar lo que me daña para escoger lo que me impulsa al bien.

 

El Evangelio será el punto de referencia básico. Cristo me da la clave: hay que buscar primer el Reino de Dios y su justicia (cf. Mt 6,33).

 

Luego, necesito aprender a leer bien los mensajes que llegan para detener aquellos que dañan y para acoger los que orientan al bien y fortalecen.

 

Con esas actitudes interiores, y desde la ayuda necesaria de la gracia divina, la voluntad está lista para tomar decisiones firmes.

 

Es el momento para poner la mano en el arado y no mirar hacia atrás (cf. Lc 9,62). Las renuncias para seguir a Cristo cuestan menos si hay amor verdadero.

 

El tiempo sigue su carrera. Hay que ir a lo esencial. La vida es demasiado corta si se compara con la bienaventuranza eterna.

 

Es el momento de caminar con decisión tras las huellas del Maestro. Tomaremos la cruz de cada día, dejaremos de amar con egoísmo nuestra vida, y encontraremos, entonces, la vida verdadera (cf. Mt 10,37-39).