Pensar desde prejuicios
P. Fernando Pascual
22-7-2017
Pensar bien exige disciplina y
atención a los datos, amplitud de miras y capacidad de escucha.
No resulta fácil lograr buenos
pensamientos. Las prisas, la falta de información o la acogida de datos
manipulados, las frases hechas y los prejuicios, generan reflexiones confusas y
conclusiones equivocadas.
Un ejemplo entre miles.
Empieza a difundirse la noticia sobre una explosión, seguramente de una bomba.
Datos fragmentarios y primeros indicios. En seguida, comentarios en Internet y
entre amigos. Acusaciones, rabia, denuncias.
Unos dicen que es culpa del
sistema político. Otros que todo lo provocan los traficantes de armas. Uno
lanza su acusación contra las religiones tradicionales. No falta quien piensa
que se trata de un complot de los servicios secretos.
Pasadas las horas, las
agencias informativas cambian el panorama: no se trataba de una bomba, sino de
la explosión de una caldera. Hay que rehacer todos los comentarios, y no
faltará quien diga que las agencias nos quieren engañar para evitar el
alarmismo...
La lista de ejemplos podría
ser infinita, y no se limita a las grandes noticias: basta con ver cómo se
discute sobre un partido de fútbol cuando los que han perdido son los del
propio equipo...
La costumbre de pensar desde
prejuicios está tan arraiga que el esfuerzo por superarla solo es posible desde
presupuestos que, en algunas ocasiones, también pueden ser vistos como
prejuicios...
Entonces, ¿estamos atrapados
en la jaula de lo que hemos leído, escuchado, pensado en el pasado? ¿No hay
espacios para salir de prejuicios que nos inmovilizan con ataduras mentales y
que impiden pensamientos críticos?
Resulta difícil responder,
porque los prejuicios están a nuestro lado, a veces incluso desde frases hechas
y slogans que se convierten en mantras casi indestructibles.
Sin embargo, con una buena
dosis de sentido común y desde actitudes serenas y prudentes, que aconsejan
esperar antes de emitir juicios apresurados e incompletos, es posible convivir
con los propios prejuicios con menos errores y con mayor apertura de mente.
Esa apertura hará posible que
un día reconozcamos cómo algunos prejuicios eran falsos. Entonces será posible
librarnos de ellos. Al mismo tiempo, buscaremos aquellos otros que, esperamos,
sean mejor fundados, más completos y, sobre todo, capaces de abrirnos a un
mundo complicado y difícilmente comprensible para mentes tan limitadas como las
nuestras.