Santa María, doméstica trabajadora
autónoma
Padre Pedrojosé
Ynaraja
Si
la profesión de José y Jesús las definiríamos hoy en día como la de autónomos
de la construcción, la de María bien podría llamarse trabajadora autónoma
doméstica. Hay que advertir que la imagen de la mujer encerrada en casa,
dispuesta a satisfacer deseos del marido y a procurarle, amén del placer,
suficientes hijos para asegurarle descendencia y por ende cierta perdurabilidad
personal, no corresponde con la de ama de casa, de familia sencilla y de aquel
tiempo y de aquellas tierras.
De
acuerdo con los pocos datos que nos trasmiten los textos evangélicos, era una
joven chiquilla espabilada, perspicaz, fiel a Dios y hacendosa precavida. Una
vez casada, esperando descendencia, su deber de madre no lo olvidará nunca, ni
siquiera cuando su Hijo, ya adulto y viviendo fuera de casa, su vida corre
grave peligro. Y es bueno recalcar el valor y riesgo de la compañía que le
ofrece en el Calvario, después de que hubiera proclamado que madre y hermanos
suyos eran todos aquellos que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
EL DOMICILIO
Vuelvo
al domicilio. En el de la Sagrada Familia, además del molino de mano, el cedazo
y la artesa, amén del horno, para elaborar el pan, en alguna pared, Santa María
tendría su telar donde compondría los pañales que envolverían más tarde al Niño
Jesús, como el evangelio de Lucas nos cuenta. Piezas pequeñas y delicadas de
uso personal y de su esposo, era lo que podría y sabría tejer en aquel bastidor
(las de mayor tamaño, o complicada textura, como la sábana en que envolvieron
el cuerpo de Jesús, o los toldos de chiringuitos que elaboraba Pablo, ya era
labor de tejedores fuertes y especializados).
LANA Y LINO
Respecto
a la materia prima para estos menesteres, en Israel se utilizaban dos clases de
fibras. La lana y el lino. La más común era la lana. Había rebaños por todo el
país y de ellos procedía la tal hebra. Después de esquilado el animal, era
preciso el lavado para quitar la grasa y la suciedad que el animal hubiera
acumulado. A continuación peinar el vellón y someterlo al torcido y poco a poco
enrollarlo en el huso, un palo acabado en punta, que reposaba en el suelo y al
que se le iba enrollando la lana. Conseguidas largas bovinas, finalmente,
colgar con detenimiento y precisión los hilos de la urdimbre y más tarde a mano
y con paciencia, pasar con la lanzadera la trama, en sentido horizontal.
Curiosa nos puede parecer la prohibición de mezclar fibras: o eran de lana o de
lino, nunca las dos en el mismo tejido. Hoy diríamos que era “norma de obligado
cumplimiento”.
LINO
La
fibra de lino procedía de una planta llamada Linum usitatissimum. Utilizada desde ya siglos atrás. Es planta
anual de delicadas flores azules y poca alzada. La he tenido en casa, la
conozco, pues, bien. Sus tallos son cordones de fibras compuestos de largas
células individuales de celulosa pura. Debían sumergirse durante un cierto
tiempo en agua, para que pudieran separarse las fibras que después, de manera
semejante al procesado de la lana, se convertirían en delicado hilo fino y a la postre tejido de pequeño tamaño. Como máximo podría fabricarse allí una túnica.
FOTOS
Las
ilustraciones podrán expresar mejor que un texto, lo que he venido diciendo.
Aparece en primer lugar una maqueta de telar doméstico. Procede del museo de la
catedral de Elna, al sur de Francia. Visitando un arqueodromo, en este mismo país, entré en una mansión
familiar y vi una excelente reproducción a tamaño natural. Lamentablemente,
como digo y repito las fotos que saqué se han degradado y no puedo ahora aquí
adjuntarlas. El lugar correspondía al de una tribu gala, pero las artes y
oficios de esta cultura eran semejantes en toda la cuenca mediterránea.
Obsérvese que la urdimbre es tensada mediante el peso de piedras. Generalmente
eran piezas de cerámica hechas ex profeso para que todas por pesar lo mismo
ejercieran idéntica tensión.
ILUMINACIÓN INTERIOR
Era
fundamental en toda vivienda, la iluminación interior. Las lámparas de aceite
lo conseguían. La que observará el lector, pertenece al “Nazaret Village” al que me referí la semana pasada. Debo advertir
que las más antiguas era un simple plato con mecha de hilo, fue mejorando su
aspecto hasta convertirse en la lucerna y estas a su vez, todavía más complejas
y cambiando materiales hasta hace poco tiempo fueron nuestro candil, del que yo
mismo, cuando era joven, me he servido, antes de disponer de linternas
eléctricas. Estas lucernas se podían introducir en estos artilugios que
aparecen en otra fotografía, para proteger la llama y puestos en lugar elevado,
alumbrar la estancia. Recuérdese el pasaje evangélico en el que Jesús dice que
no se esconde la lámpara, sino que se pone arriba, para utilidad de todos.
UTENSILIOS
Otros
utensilios, también de cerámica o de vidrio, que aparecen, son de utilidad
diversa en la casa. Los que aparecen en el presente reportaje, están en el
museo de la Flagelación de Jerusalén y se encontraron en la casa de Pedro en
Cafarnaúm. Uno de ellos, el que aparece en solitario, es un frasco de
alabastro, como el que rompió por el cuello María de Betania, para ungir al
Señor con rico perfume de nardo. En realidad, aunque tuvieran este nombre, no
eran de alabastro. En una casita cercana al lado de una calle del pueblo,
todavía puede verse en la pared un horno, en realidad parte de un horno
familiar. En uno semejante cocería Santa María el pan de cebada diario o de
trigo en las fiestas, que nuca faltaba en cada comida, acompañando a las
aceitunas, tal vez queso y el vino.
IMAGEN DE SANTA MARÍA
Para
alegrar la vista y complacer la imaginación, aparece una imagen de Santa María
en la iglesia de San José, en Nazaret, que siempre he apreciado mucho y no dejo
de buscar y observar con detalle en cada viaje. Es de tamaño natural y
corresponde a las facciones de una muchachita del lugar. A veces, en algunas
ocasiones, ha estado expuesta en la misma gruta de la Anunciación, como si
bajara por la escala que aparece en el fondo del recinto.
Pese
a que estos menesteres ocuparían toda la jornada, no hay que olvidar que era
preciso acudir a la fuente y esperar turno. Ir y volver, convivir con los
vecinos con los que compartirían patio, permitía una educación de relación con
los demás, nada semejante a lo que sugeriría la expresión de “vida oculta” como
a esta etapa de Jesús se la llama