Despidos en instituciones de
la Iglesia
P. Fernando Pascual
27-5-2017
Los católicos somos parte de
la Iglesia. En ella se unen lo humano y lo divino, lo temporal y lo eterno.
Ello se hace especialmente concreto en un tema difícil: el de los despidos.
En las instituciones católicas
hay miles y miles de personas que trabajan de modo estable, muchas veces con un
contrato que tiene efectos civiles, de forma que esas personas tienen un
salario que les permite vivir dignamente.
En esas instituciones, como en
cualquier otra sociedad, diversas circunstancias desembocan en el momento del
despido de una o varias personas contratadas. ¿Cómo afrontarlos?
Desde luego, si la sociedad
está organizada según normas justas, la institución católica, llámese
parroquia, colegio, organización caritativa, deberá respetar tales normas y
ofrecer garantías a favor del empleado.
Pero en la Iglesia se
esperaría algo más: una atención profunda hacia la persona, más allá de las
normas, pues cada trabajador tiene una vocación temporal y eterna, y espera
encontrar, entre los católicos, un testimonio de caridad.
Por eso, no basta con respetar
protocolos, acudir a abogados, dar un resarcimiento justo a quien pierde su
trabajo. Hay que ir más allá y tratar al empleado con ese sentido de cariño que
nace de la caridad cristiana.
En un mundo frío, muchas veces
preocupado por la eficiencia y las ganancias, la Iglesia está llamada a
testimoniar la ternura de Dios Padre hacia cada uno de sus hijos.
Entre esos hijos se encuentran
también quienes, por un tiempo más o menos largo, han colaborado en una obra de
la Iglesia con sus manos y sus competencias. Por eso recibieron un salario que,
esperamos, haya sido justo. Y por eso también merecen ser acompañados con
respeto al terminar sus contratos.
Los despidos en las
instituciones de la Iglesia, en resumen, no pueden quedar regulados por las
frías leyes del mercado ni por protocolos laborales muy sofisticados. Hay que
añadir un “plus” que nace del Evangelio y que tiene un nombre extraordinariamente
bello y exigente: caridad.