Gracias a Dios, hay gente buena

P. Fernando Pascual

6-5-2017

 

Convivimos por cierto tiempo con una persona, recibimos de ella mensajes de afecto, contamos con su ayuda, la apoyamos en sus dificultades, y un día esa persona nos da una puñalada por la espalda...

 

Una experiencia así duele, desilusiona, provoca tristeza, lleva a la desconfianza. Si quien estaba cerca y se mostraba como amigo, un día imprevisto ataca sin compasión, ¿de quién fiarse?

 

Gracias a Dios, hay muchas personas fieles, hay mucha gente buena. Hombres y mujeres que, de modos diferentes, escuchan, apoyan, corrigen, perdonan, piden perdón, pero siempre desde una honestidad sencilla y una nobleza de corazón que entusiasma.

 

De esas personas sabemos que no llegarán calumnias, ni críticas, ni reproches por un error en el pasado lejano o cercano, ni zancadillas, ni resentimientos amargos, ni huidas en la hora de la prueba.

 

Porque esas personas tienen una bondad limpia y contagiosa, porque saben dejar a un lado los defectos para mirar los corazones, porque no etiquetan ni condenan en grupo, porque recuerdan que una caída siempre puede ser perdonada.

 

Quienes han encontrado, entre conocidos, una traición inesperada, sienten alivio al recordar a tanta gente buena que, incluso cuando hubo ocasiones para ellos, no alzaron su voz o sus escritos contra quien estaba en dificultades y suplicaba una mirada amiga.

 

A Dios le damos gracias por tanta gente buena, por tantos conocidos, familiares, compañeros de trabajo, que respetan, que ayudan, que tienden la mano, que defienden incluso ante críticas malignas.

 

Son personas que aprendieron la gran lección de Jesucristo: amar, incluso a los enemigos, hacer el bien a los que ocasionan daño o calumnian, ofrecer un vaso de agua fresca a todos, perdonar las ofensas, y saber dar gratis ese amor que gratis recibieron del Padre de los cielos...