El gozo tras un trabajo
terminado
P. Fernando Pascual
6-5-2017
Una tarea urgente y difícil.
Manos a la obra. Tropiezos, avances, problemas inesperados, decisiones sobre la
marcha.
El tiempo corre. ¿Terminaremos
a tiempo? Dejamos a un lado aparatos, gustos, paseos, músicas.
Conforme uno avanza, alegría y
temor se suceden. La tarea, ¿va por buen camino? ¿Es lo que se espera? ¿Estoy
haciéndolo bien? ¿Acabaré a tiempo?
Consultas y respuestas. Hay
que ajustar el tiro ante opciones equivocadas. Otras decisiones han sido
acertadas. El trabajo procede viento en popa.
Al final, tarea terminada.
Incluso, tal vez, antes de tiempo. Una carpeta se cierra, un archivo se envía.
Alivio, paz, una discreta palmada sobre el hombro.
Da gozo alcanzar una meta a
tiempo, concluir un trabajo más exigente. A la vez, notamos, con sorpresa, que
era posible llevar a cabo esa tarea en pocos días.
Sí: nos apretamos el cinturón,
renunciamos a parte del descanso, apagamos las discusiones en aquella red
social. Pero valió la pena.
Entonces, ¿no sería posible
actuar así en otros momentos? Sin presiones, ciertamente, pero con un paso más
decidido. Descubriríamos, con sorpresa, que podemos hacer mucho más de lo que
imaginamos.
El gozo tras un trabajo
terminado es un anticipo de lo que desearíamos fuese el final de nuestra
existencia: reconocer con alegría que vivimos a fondo en el amor y para amar.
Pero... Sí, ha habido y hay
tantos momentos perdidos, tantas opciones egoístas, tanto daño causado a otros,
tantas afrentas recibidas.
Necesitaremos, en ese momento
decisivo, pedir perdón y perdonar. Luego, llegará la hora de presentarnos ante
Dios. Y allí, lo único que será importante, es el amor dado y acogido...