¿Me afecta la Resurrección?
José
Martínez Colín
1) Para saber
“Desde que, en la
aurora del tercer día, Jesús crucificado ha resucitado, ¡la última palabra no
es más de la muerte sino de la vida! ¡La última palabra no es el sepulcro, no
es la muerte, sino la vida!”, exclamó el Papa Francisco en la fiesta de
Resurrección.
La idea de morir
puede causar temor o angustia, pero la muerte ha sido ya vencida y nosotros podemos
compartir esa victoria y conseguir también la vida eterna. Por ello no nos puede
estremecer la muerte, sino esperemos con confianza la vida futura.
2) Para pensar
Un hombre muy
enfermo, enfermedad terminal, estando con su médico le confió: “Doctor, tengo
mucho miedo de morir. Dígame, ¿qué hay del otro lado?” El médico muy
pausadamente le contestó: “Pero, ¿por qué tiene miedo? ¿No me dijo que era
cristiano?” El paciente le replicó con un tono de incredulidad: “Sí, pero tengo
miedo a lo que me pueda pasar”.
En eso se oyeron
unos ladridos, lloriqueos y rasguños de un perro al otro lado de una puerta
cerrada. El doctor le pidió al paciente que abriera la puerta para que entrara
su perro. Al abrirla, el perro entró corriendo al cuarto y se dirigió al doctor
alegremente saltándole encima.
Entonces el médico,
dirigiéndose al paciente le dijo: “¿Observó a mi perro? Nunca había estado en
esta habitación. Él no sabía lo que había aquí adentro. Sólo sabía que su amo
estaba aquí y, cuando le abrieron, dio un salto hacia adentro sin ningún temor.
Así pasa con la muerte. Desconozco muy poco lo que hay del otro lado. Pero me
basta una solo cosa: saber que mi Padre Dios está allí. Y eso es suficiente
para mí.
Pensemos si no nos
faltará avivar nuestra fe para que nos lleve a afrontar con confianza la
muerte.
3) Para vivir
El hecho de la
Resurrección de Cristo, nos da la posibilidad de acudir a la fuente de la
salvación y obtener la gracia para adquirir la vida nueva que trasciende este
mundo. Y además de traernos la salvación, nos transforma en hombres y mujeres
de resurrección. Pero, ¿qué significa eso? El Papa nos responde: si somos
convertidos en hombres y mujeres de resurrección, sabremos dar gestos de
solidaridad y acogida en medio de las pruebas que afligen al mundo que se aleja
de Dios, lo seremos si alimentamos el deseo universal de la paz: ¡Esto ya es
comenzar a resurgir!
Si vivimos según el
Espíritu, mismo de Cristo resucitado, sabremos ver las cosas en su verdadero
valor, con visión sobrenatural, y hará que no dramaticemos ante las contrariedades,
o no exageremos nuestros males, sino que mantengamos la paz y alegría propios
de quien se sabe en manos de un Dios que ha hecho todo lo posible para
salvarnos.
Se trata, precisó
el Pontífice, de llevar a cabo nuestras ocupaciones ordinarias, pero sostenidas
y animadas por la fe en Cristo resucitado y así adquirir una eficacia muy superior
a nuestras capacidades.
Terminó el Santo
Padre pidiendo que “la Virgen María, testigo silencioso de la muerte y la
resurrección de su Hijo Jesús, nos ayude a ser signos de Cristo resucitado
entre las pruebas del mundo, para que cuantos están en tribulación y en
dificultades no sigan siendo víctimas del pesimismo, sino que encuentren en
nosotros muchos hermanos y hermanas que ofrecen su consuelo”.
José Martínez Colín es
sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)