Sexualidad e intimidad
Rebeca Reynaud
La sexualidad afecta lo más íntimo de
nuestro ser. Concierne a nuestra afectividad, a nuestra capacidad de amar, a
nuestra relación para establecer vínculos con otros. Por eso la afectividad ha
de ser protegida por nosotros mismos, porque no nos dejamos tocar por extraños
aunque la caricia parezca tierna e inocente, ya que nuestra intimidad está
reservada para un amor verdadero, no para excitar la pasión desordenada y
malsana. Sólo esta capacidad de custodiarse hace posible el don de sí mismo.
La realidad es que somos frágiles,
vulnerables a lo que vemos, leemos o vivimos. Hoy día está de moda ver
pornografía, y la persona no advierte el daño que le puede hacer. La
pornografía mata el amor. Hay quien sale avante de esta adicción, pero hay
quienes caen como en un abismo. Somos de carne y hueso y sentimos, percibimos,
y no siempre tenemos la fuerza para vencer los vicios y adicciones. Se necesita
un gran amor a la verdad, al bien y a Dios para salir victoriosos.
¿Qué es el pudor? Es no exhibir el
cuerpo, partes íntimas de él, ni la intimidad personal. ¿No sucede lo mismo con
los sentimientos íntimos? Si se guardan en secreto o se confían a unos pocos,
mantienen su significado. En cambio, revelados indiscretamente a cualquiera, se
convierten en un objeto anónimo de curiosidad y de cotilleo. En un ensayo,
Jacinto Choza hablaba de "la supresión del pudor" como uno de los
signos definitorios de nuestro tiempo. Si desnudarse fuera lo normal, la
vergüenza sería antinatural, pero la vergüenza es un instinto de preservación
de la intimidad, no un prejuicio adquirido.
La sociedad entera tiene la percepción
de que existe un límite. Pero muchos anuncios te invitan a “romper límites” e
impone la falta de sobriedad o de pudor. Vivimos en una sociedad hipnotizada
por el sexo. La novedad actual es que nadie de avergüenza de llevar parte del
cuerpo descubierto. La trasgresión ya no se considera la ruptura de un orden
profundo, indispensable para evitar precipitarse en la animalidad.
El ser humano puede quedar
desprotegido, a base de desproteger el pudor, en tres campos: el lenguaje, el vestido y la casa. A través de la palabra podemos dar a
conocer nuestra intimidad al mejor amigo; a través del vestido cubrimos nuestra
intimidad corporal de los ojos extraños. Cuando invitamos a una persona a
nuestra casa, la invitamos de algún modo a nuestra intimidad.
Y ¿de dónde proviene esta moda de
tomarse a la ligera la sexualidad? En parte de las clases de educación sexual
dada con programas estadounidenses. Bajo la
bandera de “educación”, los llevan hacia experiencias sexuales que conducen al
embarazo adolescente, al aborto, a las enfermedades mentales y físicas y/o a
problemas emocionales.
Se confunde una educación sexual
con enseñar erotismo, y lo que se requiere es hablar con naturalidad de la
sexualidad, que se aprenda qué es la privacidad y el respeto a su propio cuerpo
y al de otras personas. A los jóvenes hay que decirles que la masturbación es
pésima pues los hace egoístas, y a la hora de casarse, van a buscar sólo su
satisfacción, olvidando a su cónyuge.
La auténtica educación sexual,
caracterizada por la formación y la información,
es indispensable, pero no la explicación de todas y cada una de las técnicas
sexuales, donde desaparece el amor espontáneo y sólo queda la biología. Y más aún,
donde reducen la educación sexual al aprendizaje de los caminos para obtener
placer, aun cuando esos caminos sean perversos.
Actualmente los jóvenes están bombardeados con imágenes de sexo, pero quizás
los mayores violadores son los que les dan instrucción sexual sin una base
moral. Éstos empiezan por dar una explicación de la biología humana básica, donde todo parece inocente;
pero así empiezan para luego dar grandes zancadas para describir al detalle
toda actividad sexual imaginable.
Actualmente las clases de
educación sexual amplia o comprehensiva son una variante del abuso de niños, ya
que destrozan sistemáticamente la modestia natural de los infantes, tira sus
barreras protectoras contra lo obsceno. Ello viola el alma infantil. Estos
grupos seducen a la gente joven para llevarles al sexo prematuro, y luego
explotan esa caída dándoles los medios para que sus víctimas crezcan adictos a
justificaciones, a excusas, a anticonceptivos y al aborto. Algunos cultivan así
el futuro mercado para sus productos.
Delante de nuestros ojos desfilan todos
los días modelos innumerables de hombres y mujeres contradictorios, vacíos de
personalidad. La falta de interioridad de una persona la conduce a imitar lo
que hacen los demás, a ser borrego,
sin descubrir su aporte personal inédito, hecho que hace de la persona una
novedad radical. A la
interpelación corriente sobre qué es el sexo, cabe dar una respuesta banal, en
la vía de la “química”. Y cabe una respuesta rigurosa, fruto de muchas horas de
estudio y reflexión.