¿En qué esperamos?
El símbolo del ancla
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
El Papa Francisco ha dedicado sus últimas intervenciones para
hablar de la esperanza. Reconoció que la esperanza “quizás sea la
virtud que menos se entiende, pero es la más fuerte: vivir en
esperanza, vivir de esperanza, siempre mirando adelante con
valentía”.
Un símbolo de la esperanza o de la salvación es el ancla de los
barcos, por el hecho de mantener una embarcación fija en el mar.
Al ser una masa de peso que retiene al navío, el ancla se considera
un símbolo universal de firmeza, solidez, tranquilidad y fidelidad. En
medio de la movilidad del mar y de los elementos, ella es lo que fija,
ata, inmoviliza y asegura.
Si bien, ya en el mundo antiguo en Grecia y Roma se utilizaba
este uso simbólico del ancla, el cristianismo lo tomó en relación con
la cita de la carta a los Hebreos (cf. Hb 6, 19) donde se hace
referencia a las promesas de Dios en Jesucristo como esperanza de
los cristianos: “…asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros
tenemos como segura y sólida ancla de nuestra alma”.
2) Para pensar
Durante sus vacaciones en la costa, una familia presenció una
gran tempestad. Las olas subían a enormes alturas mientras que los
vientos fuertes sacudían violentamente las embarcaciones que
estaban amarradas al muelle.
Un niño de doce años, que miraba desde la ventana, se fijó en
que sólo la boya flotaba serenamente en aquel turbulento mar y se
mantenía en su lugar a pesar de los vientos fuertes.
El niño comentó con los demás que la boya era la única cosa
que había allí afuera que parecía no tener miedo, porque aunque se
hundía de vez en cuando, siempre volvía a subir sin daño y en el
mismo lugar.
Entonces el papá les explicó que la boya se mantenía firme a
pesar del viento fuerte porque estaba amarrada a un ancla en el
fondo del mar, y agregó que también así es nuestra vida.
Cuando nuestra fe está anclada en Cristo podemos
enfrentarnos sin temor y con calma a cualquier viento contrario en la vida. No existe bendición como la de una perfecta confianza en el
Señor.
3) Para vivir
El Pontífice resaltó, “este es el mensaje de hoy: tengan
esperanza, esa esperanza que no decepciona... Una esperanza que
sea un ancla firme para nuestra vida. La esperanza es el ancla: la
tiramos y nos aferramos a la cuerda. Esa es nuestra esperanza. La
esperanza no es pensar que, ‘sí, existe el cielo, qué bueno, ya me
quedo’. No, la esperanza es luchar, aferrarse a la cuerda para llegar
a nuestro destino. En la lucha de cada día, la esperanza es una
virtud de horizontes, ¡no de encerrarse!... Alguno podrá decirme:
‘Sí, Padre, pero hay momentos duros, donde todo parece oscuro.
¿Qué debo hacer en esos momentos?’. ‘¡Agárrate a la cuerda y
amárrate!’”.
En el cristianismo, el ancla se convirtió en símbolo de Cristo,
pues es quien evita el «naufragio espiritual». Este símbolo se
encuentra pintado en las antiguas catacumbas de Roma. Entre los
poetas místicos, el áncora y la cruz unidas (cruz–ancla) expresa la
voluntad de no abandonarse a los remolinos de la sensibilidad
humana, fijando la voluntad a la Cruz de Cristo como fuente de toda
gracia.
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