Entre sombras y luces
P. Fernando Pascual
7–1–2017
La vida humana es un continuo sucederse de eventos. Muchos serenos, “normales”, aparentemente sin
relevancia. Otros difíciles, confusos, dolorosos.
Las sombras y las luces se suceden. A veces brilla el sol. Otras, llega una terrible tempestad.
El cristiano sabe que existe un modo de no dejarse arrastrar por la corriente. Hay que construir sobre
roca, y esa Roca es Cristo (cf. Mt 7,24–27; 1Co 10,4).
Cuando la tormenta arrecia, cuando los escándalos asustan, cuando las críticas asfixian, hay que mirar
al cielo y confiar.
Entonces empezamos a respirar un aire nuevo. Sabemos que la victoria está garantizada. Al creyente se
le pide esperar y poner en práctica el mensaje del Maestro.
En este día, ¿qué dominará? ¿Por dónde irá el mundo y la familia? ¿Cuándo y cómo terminaremos esta
crisis?
Mucho queda en la oscuridad. No sabemos lo que nos depara el futuro. A cada día le basta su tarea.
Hoy simplemente nos toca buscar el Reino y su justicia (cf. Mt 6,34).
Recordamos aquellas palabras de santa Teresa de Jesús que cita el “Catecismo de la Iglesia Católica”:
“Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con
brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más
peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite
que no puede tener fin” (S. Teresa de Jesús, “Exclamaciones del alma a Dios”, 15, 3).