Decisiones y bienes
P. Fernando Pascual
10-12-2016
Los jueces de Atenas condenaron a Sócrates a muerte. Sócrates aceptó la condena, y por eso
permaneció en la cárcel hasta el momento fijado para la sentencia.
Tanto los jueces como Sócrates pensaban alcanzar un bien con sus respectivas decisiones, según lo que
explica Platón en dos de sus Diálogos: la “Apología” y el “Fedón”.
Si alargamos la mirada a casi todas las acciones humanas, existe una conexión ineliminable entre lo
que decidimos y el deseo de alcanzar un bien.
Porque las decisiones, en la inmensa mayoría de los casos, surgen desde un deseo de bienes, con el
horizonte de la idea de lo mejor, o, en no pocos casos, para evitar lo que pensamos provoca daños para
uno mismo o para otros.
Hablar de la relación entre elecciones y bienes implica reconocer la racionalidad humana y su
presencia continua en los actos libres de cada persona.
Es cierto que muchas decisiones, tarde o temprano, provocan graves daños. Lo que parecía un bien no
lo era, o uno se había sugestionado declarando como bueno lo que objetivamente resultaba malo.
Pero también es cierto que, si logramos una sana disciplina y vivimos según una reflexión seria y
madura, haremos lo posible para que cada acto de libertad alcance bienes para nuestra propia
realización o la de aquellos seres que más amamos.
Este día millones de seres humanos tomarán decisiones. Unas pequeñas, cotidianas, sin relevancia
aparente. Otras importantes, capaces de desencadenar conflictos o de prevenir atentados.
Produce algo de “miedo” reconocer la responsabilidad presente en cada una de las decisiones. Pero hay
que decidir. Quiera Dios que en cada una de nuestras elecciones tengamos un corazón abierto a la
verdad y a la justicia, y así logremos que el mundo sea un poco más bueno y más feliz.