Voz del Papa
Abrir otra Puerta de la Misericordia
José Martínez Colín
1) Para saber
Al concluir el Año de la Misericordia, el Papa Francisco escribió
una carta a todos aquellos que deseen leerla.
El título de la Carta es “Misericordia et misera” (“La
Misericordia y la miserable”), que son las palabras que san Agustín
usa para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera. Comenta
el Papa que “no podía encontrar una expresión más bella y
coherente que esta para hacer comprender el misterio del amor de
Dios cuando viene al encuentro del pecador: «Quedaron sólo ellos
dos: la miserable y la misericordia»”.
El Papa nos dice que “la misericordia no puede ser un
paréntesis en la vida de la Iglesia, sino que constituye su misma
existencia… todo se resuelve en el amor misericordioso del Padre”.
Por ello hemos de seguir viviendo y celebrándola.
En el pasaje de la Escritura, a Jesús le llevaron a la mujer
pecadora para que la condenara, incluso buscando su lapidación,
pero en cambio, lo que va a recibir es el perdón de Dios. Jesús miró
a los ojos a aquella mujer y leyó su corazón: allí reconoció el deseo
de ser comprendida, perdonada y liberada.
Jesús le dice: “«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante
no peques más». Esas palabras le ayudan a mirar el futuro con
esperanza y a estar lista para encaminar nuevamente su vida en la
caridad. Una vez que hemos recibido la misericordia, aunque
permanezca la debilidad por el pecado, esta debilidad es superada
por el amor que permite vivir de otra manera con esperanza.
2) Para pensar
El lugar en que atendía la Santa Madre Teresa de Calcuta se
llama “La Casa del Moribundo”. Hace a￱os se encontraba un
moribundo con el cuerpo medio consumido por la enfermedad.
Todos lo habían abandonado como un caso imposible. La Madre
Teresa lo acogió y lo empezó a lavar con ternura. El enfermo la
acogi￳ con desdén, y le increp￳: “¿C￳mo puedes soportar el hedor
de mi cuerpo?” Ella le contest￳: “Eso no es nada, comparado con lo
que tú sufres”. Poco después el enfermo le dijo más sereno “Tú no
eres de aquí. La gente de aquí no se porta como tú”. Pasaron otros
momentos y el enfermo murmur￳ una expresi￳n muy india: “Gloria
a ti, mujer”. La Madre Teresa le replic￳: “No. Gloria a ti, que sufres
con Cristo”.
Ambos se cruzaron una sonrisa, y el enfermo pareció dejar de
sufrir. La muerte le sobrevino dos días después.
Así procedía la Madre Teresa: su misericordia la llevaba a darle
al necesitado lo que necesitaba, no solo cuidar su curación, sino
darle una acogida digna y amorosa.
3) Para vivir
Al cerrar la Puerta de la Misericordia en San Pedro, el Papa
invitó: “Pidamos la gracias de no cerrar nunca la puerta de la
reconciliación y del perdón, sino de saber ir más allá del mal y de las
divergencias, abriendo cualquier vía de esperanza. Como Dios cree
en nosotros, infinitamente más allá de nuestros méritos, también
nosotros estamos llamados a infundir esperanza y a dar oportunidad
a los demás. Porque, aunque se cierra la Puerta santa, permanece
siempre abierta de par en par para nosotros la verdadera puerta de
la misericordia, que es el Corazón de Cristo. Del costado traspasado
del Resucitado brota hasta el fin de los tiempos la misericordia, la
consolación y la esperanza”.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )