Hacia la verdad completa
P. Fernando Pascual
12-11-2016
Existe el riesgo de acallar el corazón con verdades parciales, que pueden ayudar en momentos
concretos, pero que no llegan a las preguntas fundamentales.
Cuando no nos dejamos ahogar por lo inmediato, o cuando la lucidez permite mirar más lejos,
reaparecen las preguntas centrales: sobre nuestro origen, sobre nuestro destino, sobre las
posibilidades de superar el mal, y sobre la realizabilidad de la justicia para todos.
A esas preguntas responden líderes religiosos, filósofos, o personas de diversas profesiones.
Pero no todas las respuestas tienen el mismo valor. Solo las respuestas verdaderas sirven para el
caminante.
Quienes conocemos la fe católica sabemos que la Verdad vino al mundo y que tenía un nombre
y un rostro: Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, que, siendo más que un profeta, aceptó morir
en una cruz y triunfó para siempre en la Pascua.
Esa verdad ofrece la ayuda en el camino de cada uno y permite relativizar lo relativo y reconocer
lo que de verdad vale la pena. Porque, como dijo el mismo Jesucristo, de nada sirve acumular
riquezas para uno mismo. Lo único importante es buscar el Reino y su justicia (cf. Mt 6,33).
Ante las confusiones de nuestro tiempo, en medio de la avalancha de engaños, cobardías o
mediocridades, necesitamos luz, fuerza y buenas compañías para caminar hacia la verdad
completa.
De esta manera viviremos con la certeza de que Dios es nuestro Padre y nos invita a vivir como
hijos en su Hijo, ahora y por toda la eternidad.