Voz del Papa
Los tres grandes obstáculos
José Martínez Colín
1) Para saber
Hace unos días el Papa previno sobre tres obstáculos que nos
impiden seguir a Jesús pues no nos dejan servir a los demás.
El primero de ellos es el ansia de poder. Pero no pensemos
solo en quien quiere dominar el mundo o su país, sino en aquel que
se convierte en un tirano en su casa, con sus amistades, quien
quiere se haga solo lo que él quiere, sea el padre, la madre o uno
de los hijos. Cuántas veces hemos visto y oído, quizás en la propia
casa: “¡Aquí mando yo!” o quizá nosotros mismos hemos hecho
sentir a los demás que se hace lo que uno dice. De esa manera, no
utilizamos la autoridad para servir a los demás, sino que es una
forma de soberbia.
2) Para pensar
El segundo “obstáculo” se da también en la vida de la Iglesia,
dice el Papa, y es la deslealtad.
Esto sucede cuando alguno quiere servir al Señor, pero sin
dejar de servir a otras cosas que no son del Señor. Ser desleal no es
lo mismo que ser pecador. Todos somos pecadores, y nos
arrepentimos de esto. Pero ser desleal, es hacer el doble juego.
Jugar a la derecha y a la izquierda, jugar a ser Dios y también jugar
al mundo, y este es un obstáculo, pues seguimos apegados a lo
nuestro no importando que esté en desacuerdo con el Señor. Ello
suele derivar en quedarme con lo mío y dejar también al Señor.
3) Para vivir
El Señor nos ha dicho que ningún siervo puede tener dos
señores. O sirve a Dios o sirve al dinero. Y este es el tercer
obstáculo: el dinero.
El peligro está, como mucha gente, en querer dinero para para
estar en el escaparate, para la apariencia, para que digan: ‘Ah, qué
bueno es’, por la fama. Pero es una fama mundana, es vanidad. Es
vivir esclavizados para aparentar, buscando la aprobación de los
demás, sin procurar ser mejores, solo aparentarlo. Y así, denunció el
Papa, no se puede servir al Señor.
Esopo cuenta una fábula sobre la avaricia: Había un hombre
muy avaro que vendió cuanto poseía; con eso compro oro, y lo
enterró en un sitio oculto. Iba diariamente a visitar su tesoro. Pero
lo observó un vecino suyo, lo desenterró y se lo llevó.
El desconsuelo del avariento no tuvo igual al ver que le habían
robado, y comenzó a llorar y a arrancarse los cabellos.
Enterado otro hombre de la causa de su dolor, le dijo: "¿De
qué te servía un tesoro oculto? Coloca una piedra en su lugar,
figúrate que es oro, y te servirá tanto como el tesoro verdadero del
que nunca usabas”.
Efectivamente, dice el Papa Francisco, el ansia de poder, la
deslealtad y el afán de dinero, quitan la paz y llevan a estar siempre
ansiosos, en tensión. Pero Jesús ha venido a invertir los valores de
la mundanidad con su lógica del servicio, del amor. Es cuestión de
aceptarla y vivirla. Sólo así tendremos la serenidad para poder
dedicarnos libremente a su servicio.
El servicio de Dios es libre: somos hijos, no esclavos. Y cuando
servimos al Señor con libertad, sentimos esa paz profunda del
Señor.
El Papa terminó invitándonos a pedirle al Señor que nos ayude
a abrir el corazón y a dejar trabajar al Espíritu Santo, para que quite
de nosotros estos tres grandes obstáculos.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )