Sobre la sal: tendencias y comportamientos
P. Fernando Pascual
5-11-2016
Constatamos tendencias y actitudes más o menos estables en nuestra experiencia personal y en
quienes comparten nuestra misma condición humana, y cómo influyen en los comportamientos.
Fijémonos en la sal. Algunos prefieren que sea abundante en las comidas, mientras que otros la
evitan. Entre estos últimos, hay quienes reducen la cantidad de sal que toman, aun a costo de
grandes sacrificios, después de haber leído un artículo médico sobre el tema.
Los gustos y preferencias pueden ser objeto de estudios más o menos serios. ¿Se trata de algo
genético, de una tendencia adquirida durante el embarazo o en los primeros meses tras el parto?
¿Es consecuencia de las costumbres familiares? ¿Se fraguó el deseo desde opciones personales
en la adolescencia?
Estos estudios intentan, con mayor o menor acierto, señalar causas de una tendencia. Y aquí
empiezan los problemas, pues un científico que tenga un gran cariño hacia la sal puede tener el
deseo escondido de justificar ese cariño e incluso defender la bondad del uso de la sal en la
propia dieta...
Lo que se dice de la sal se puede aplicar a muchos otros ámbitos, como por ejemplo respecto de
las inclinaciones afectivas, de las ideas políticas, de los viajes que uno escoge, y un largo
etcétera.
Más allá de lo que se pueda llegar a comprender sobre las tendencias, hay un tema de fondo que
merece ser objeto de una discusión seria y no siempre fácil de desarrollar.
Se trata de considerar si las tendencias justifican (convierten en aceptables), y en qué medida, los
actos que las personas llevan a la práctica. ¿La tendencia a tomar sal justifica los daños que
pueda uno provocarse en su salud? ¿Se aplicaría esto al consumo de tabaco o al deseo de
conducir más rápido de lo que pidan las normas de tráfico?
Este punto va más allá de cualquier investigación científica y solo puede ser afrontado con la
ayuda de la antropología y de la ética. Porque un buen estudio neurológico y psicológico puede
encontrar datos comunes a muchas personas que tienen una determinada tendencia, pero no
puede establecer si los comportamientos que uno decide libremente amoldar a tal tendencia sean
o no sean éticamente buenos para uno mismo y para los demás.