Carta a Isabel de la Trinidad
- Con ocasión de su Canonización-
¡He hablado tanto de ti! ¡He esperado tanto tiempo tu
canonización! Por fin llegó el 16 de octubre de 2016, el día que
la Iglesia reconoció pública y solemnemente que participas en
la asamblea de los santos.
He sido eco de tu palabra y de tus intuiciones por distintos
lugares: Cuba, República Dominicana, Guatemala, Costa Rica,
San Salvador, España y Estados Unidos. En todos estos sitios he
tenido la posibilidad de comunicar tu secreto, tu felicidad, tu
mensaje, la buena noticia que llenó tu vida: Dios está dentro de
ti y está esperando que le dirijas la mirada y una palabra de
amigo.
Gracias por tu experiencia porque nos has contagiado la
cercanía de Dios. Nos has abierto el camino de la amistad como
vehículo para entrar en el diálogo con el Señor. Hay que ser
amigos y desde aquí comunicar a Jesús.
Gracias porque nos has descubierto las riquezas de la Palabra
de Dios. Tú has hecho de la Biblia una Carta de Amor que ha de
ser escuchada eternamente:
“ᄀOh Verbo eterno, Palabra de mi Dios! quiero pasar mi vida
escuchándole, quiero hacerme dócil a tus enseñanzas, para
aprender todo de Ti… quiero fijar siempre la mirada en Ti y
morar en tu inmensa luz. ¡Oh Astro mío querido!, fascíname
para que no pueda ya salir de tu esplendor” (Elevación a la
Santísima Trinidad).
Concédenos, Isabel, la bienaventuranza de la escucha para fijar
la mirada y el corazón en la Palabra definitiva que es Cristo.
Que experimentemos, nosotros también, esa fascinación que tú
tuviste por el rostro de Jesús. Que el Crucificado por amor nos
transforme y llene nuestro corazón de su luz y misericordia.
Nosotros, peregrinos en este mundo, lleno de luz y de tinieblas,
te pedimos que nos inunde el Espíritu de Amor para que
seamos testigos de Jesús como fuiste tú. Da a nuestros jóvenes
la alegría del Evangelio, una alegría y un gozo que no tiene fin.
Santa Isabel de la Trinidad, ruega por nosotros. Amén.
Lucio del Burgo OCD