Remedios para los males
P. Fernando Pascual
15-10-2016
Tocamos continuamente males de todo tipo: físicos, psíquicos, individuales, sociales,
nacionales, internacionales.
La lista podría ser muy larga: hambres, enfermedades, robos, agresiones, usuras, guerras, odios,
calumnias, corrupciones, mentiras...
Para muchos males existen remedios concretos. Algunas enfermedades se previenen con
vacunas o se curan en hospitales. Algunas crisis económicas se pueden evitar con intervenciones
adecuadas y justas.
Lo importante es identificar las causas de los diferentes males y, según las posibilidades, aplicar
remedios asequibles y realistas.
Lo errado es alabar y proponer remedios y soluciones genéricos y vagos, que pueden servir en
algunos casos pero no en otros.
Por eso, por ejemplo, frente a un conflicto armado concreto, no basta con decir que hace falta
dialogar. El diálogo supone capacidad de escucha y un mínimo sentido de justicia, que algunos
beligerantes, por desgracia, no poseen.
En situaciones así, el remedio ha de ser adecuado y eficaz: tiene que orientarse a desarmar y
arrestar a personas violentas y fanatizadas, aunque eso implique enviar soldados y provocar
combates.
Por tanto, hay que buscar remedios con realismo y con seriedad. Contentarse con frases hechas o
con fórmulas confusas e ineficaces alargará el tiempo de males que necesitan otro acercamiento,
aunque pueda ser doloroso y sacrificado.
Frente a tantos hombres y mujeres que sufren en sus cuerpos y en sus corazones por males que
pueden ser aliviados, hace falta analizar sin sofismas las situaciones y buscar remedios eficaces.
Esos remedios servirán de alivio a sus penas y promoverán sociedades solidarias, justas y, en la
medida de lo posible, fuertes para erradicar las causas de los males y para promover bienes
asequibles a casi todos.