Voz del Papa
Merendando con Dios
José Martínez Colín
1) Para saber
Hablando sobre la misericordia, el Papa Francisco afirma que
significa perdonar y donar. La misma palabra “perdonar”, como se
vio la vez pasada, nos sugiere per-donar, donar algo. Nuestro Señor
nos invita a dar: «Den, y se les dará… Porque la medida con que
ustedes midan también se usará para ustedes». Dios dona muy por
encima de nuestros méritos, pero será todavía más generoso con
cuantos sean generosos.
Hay una lógica coherente: ¡en la medida con la cual se recibe
de Dios, se dona al hermano, y en la medida con la cual se dona al
hermano, se recibe de Dios!
2) Para pensar
Había una vez un pequeño niño que quería conocer a Dios. Él
sabía que era un largo viaje llegar hasta donde Dios vivía, así es que
preparó su mochila con unos panes y botellas de leche chocolatada
y comenzó su viaje.
Cuando había andado tres cuadras, se encontró con un
viejecita. Ella estaba sentada en el parque observando a unas
palomas. El niño se sentó a su lado y abrió su mochila. Estaba a
punto de tomar un trago de su leche chocolatada cuando notó que
la viejecita parecía hambrienta, así es que le ofreció un pan. Ella
agradecida lo aceptó y le sonrió. Su sonrisa era tan hermosa que el
niño quiso verla otra vez, así que le ofreció de su leche chocolatada.
Una vez más, ella le sonrió. El niño estaba encantado.
Permanecieron sentados allí toda la tarde comiendo y
sonriendo, aunque nunca se dijeron ni una palabra. A medida que
oscurecía, el niño se dio cuenta de cuan tarde era y se levantó para
marcharse. Antes de dar unos pasos más, se dio la vuelta, corrió
hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le ofreció su sonrisa más
amplia.
Cuando el niño abrió la puerta de su casa más tarde, a su
madre le sorprendió la alegría en su rostro. Ella le preguntó: "¿Qué
hiciste hoy que te puso tan contento?" Él le respondió: "Almorcé con
Dios". Pero antes de que su madre pudiese responder añadió: "¿Y
sabes qué? ¡Ella tiene la sonrisa más hermosa que he visto!"
Mientras tanto la viejecita, también radiante de dicha, regresó
a su casa. Su vecina estaba impresionada con el reflejo de paz
sobre su rostro, y le preguntó: "¿Qué hiciste hoy que te puso tan
contenta?" Ella respondió: "Comí pan con Dios en el parque". Pero
antes de que su vecina respondiera a esto, añadió: "¿Sabes? ¡Es
mucho más joven de lo que esperaba!"
3) Para vivir
El dar algo a los demás, es una manera también de amar.
Podemos dar algo nuestro o algo de nosotros mismos. Pero más
valioso que el pan mismo que demos, es la actitud amorosa y
cariñosa con que lo damos.
El Papa Francisco nos recuerda cuanta necesidad tenemos
todos de ser misericordiosos, “de no hablar mal de los demás, de no
juzgar, de no “desplumar” a los demás con las críticas, con las
envidias, con los celos. ¡No! Perdonar, ser misericordiosos, vivir
nuestra vida en el amor y donar… Misericordia y don; perdón y don.
Así el corazón crece, crece en el amor. En cambio, el egoísmo, la
rabia, hace el corazón pequeño, pequeño, pequeño, pequeño y se
endurece como una piedra. ¿Qué cosa prefieren ustedes? ¿Un
corazón de piedra? No. ¿Un corazón lleno de amor? Sí. ¡Si prefieren
un corazón lleno de amor, sean misericordiosos!”
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )