Una brasa de bondad ante el drama del aborto
P. Fernando Pascual
22-8-2016
Una sociedad puede perder el norte y llegar a ver con indiferencia injusticias, o incluso declararlas un
“derecho” inviolable. Como ocurre, en varios lugares del planeta, respecto del aborto.
Pero incluso cuando se llega a ver el “delito” como “derecho”, algo denunciado con fuerza por san
Juan Pablo II, en el corazón de muchos seres humanos permanece encendida una brasa de bondad.
Esa brasa de bondad lleva a miles de mujeres que descubren un embarazo difícil a decir sí a sus hijos y
a acogerlos con valor y, sobre todo, con cariño.
Esa brasa lleva a miles de voluntarios a buscar medios buenos y eficaces para ayudar a las madres y a
sus hijos.
Esa brasa permite que cientos de médicos renuncien a colaborar con el aborto y usen su ciencia según
su auténtico fin: ayudar a los hombres y mujeres necesitados.
Esa brasa hace que existan hoy políticos dispuestos a arruinar su “carrera” con tal de dar voz a los más
indefensos entre los seres humanos: los hijos antes de nacer.
En un mundo donde hay quienes defienden el aborto como un “derecho” humano universal, brilla con
mayor fuerza esa brasa de bondad de quienes dicen no a la muerte de inocentes y sí a la vida y a la
salud de las madres y de sus hijos.