UN PASO MÁS
El relato evangélico nos acerca uno de los muchos relatos con los que Jesús
buscaba explicar su propuesta de vida.
El relato habla de un hombre que debía mucho dinero y se debió presentar
ante aquel a quien le debía.
Esta persona le hace saber de su deuda y de lo que debe hacer para poder
saldarla.
Jesús habla de una deuda muy importante y, por ello, casi imposible de
pagar.
El deudor se arroja al suelo, en señal de pequeñez, y le solicita un tiempo
para saldarla y, así, salvar a su familia del castigo que se le avecinaba.
El dueño del dinero le escucha, se compadece y le perdona la deuda.
El relato continúa pero me interesa quedarme en este punto del relato
puesto que allí encontramos tres claves importantes para nuestra vivencia
ya sea cristiana o simplemente humana.
Escuchar al otro.
Vivimos en un tiempo donde estamos aturdidos por muchos ruidos que nos
impiden escuchar.
En oportunidades nos hemos acostumbrado a los muchos ruidos que ya ni
les escuchamos.
Aturdidos por tantos ruidos hemos perdido la capacidad de escucharnos.
Producto del no escucharnos no sabemos escuchar a los otros.
Por ello me parece importante y de mucha vigencia la necesidad de intentar
aprender a escuchar al otro.
Jamás podemos dar el segundo paso de lo que nos dice el texto si no
logramos escuchar al otro.
El segundo paso es poder tener la capacidad de compadecernos.
Es una de las notas destacadas que encontramos en Dios desde Jesús.
Es lo que encontramos en Dios cuando nos ubicamos ante Él para plantearle
lo nuestro.
Dios constantemente se está “compadeciendo” de nosotros.
La compasión de Dios es producto de su amor y conocimiento de nosotros.
La compasión dice de una especial cercanía.
Ella es una realidad interior que debemos hacer crecer hasta lograr hacerla
actitud.
Es un algo difícil de lograr y, cuando se logra, es un paso importante en
nuestro crecimiento personal.
Muchas veces se dice que la compasión es lo que debemos lograr pero el
relato de Jesús nos hace saber que ello no es suficiente.
Por ello es que añade una tercera clave de vida.
El texto a￱ade un “le perdon￳ la deuda”
La compasión requiere de un gesto bien concreto. De un signo.
No alcanza con la realidad interior de la compasión, ella necesita de la
compañía de un gesto real.
No importa el tamaño del gesto sino que el mismo sea manifestación de la
compasión experimentada.
Parecería como que la compasión sin un gesto concreto que la acompañe es
un algo que se queda a mitad de camino.
Cuando logramos realizar los tres pasos en nuestra relación con los demás
es cuando llegamos a saborear lo que es ser seres de misericordia.
La misericordia nos hace beber de la esencia misma de Dios.
No necesitamos ser cristianos para ser misericordiosos solamente
necesitamos ser muy buenas personas.
Vivir a Jesús es intentar ser misericordiosos porque empeñados en
realizarnos plenamente como seres humanos y aquí se nos brindan tres
claves para ello.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.