Voz del Papa
La fidelidad de Paul Newman
José Martínez Colín
1) Para saber
Después de haber comentado el Himno de la Caridad
propuesto por san Pablo, el Papa Francisco señala que ese Himno
nos permite comprender mejor lo que ha de ser el amor conyugal.
Un amor que une a los esposos y que es enriquecido por la gracia
del sacramento del matrimonio.
Este amor conyugal, espiritual, contiene a la vez, la ternura de
la amistad y la pasión erótica, y aún puede subsistir cuando se
debilitan estos sentimientos. Subsiste porque no consiste solo en
ese sentir, sino que es algo mucho más alto. Como dice el Papa
Francisco, “el matrimonio es la imagen del amor de Dios por
nosotros: cuando se celebra el matrimonio, Dios imprime en ellos
los propios rasgos de su amor”.
Antes de ser Papa, Karol Wojtyla escribió un excelente libro
llamado “ Amor y Responsabilidad” , donde analiza y fundamenta
el amor conyugal. En él dice: “El amor en su conjunto no se reduce
a la emoción ni al sentimiento, que no son más que algunos de sus
componentes. Un elemento más profundo y por mucho el más
esencial, es la voluntad, llamada a modelar el amor en el hombre...”
Se ama cuando voluntaria, y libremente, se desea el bien para el
otro.
2) Para pensar
En una ocasión preguntaron al actor Paul Newman, quien vivió
la fidelidad matrimonial, cómo explicaba su largo matrimonio, que
llevaba en ese entonces 40 años. Respondió el actor de cine: “Al
principio nos mantuvo juntos la atracción de los sentidos. Después
el respeto mutuo. Luego la perseverancia. Muchas veces fue el
perdón lo que salvó nuestro matrimonio. Pero por encima de todo
se lo debemos al amor, un amor que es más grande hoy que al
principio”.
Ese es el camino: Amor sensual convertido en hondo amor de
espíritu... Respeto y perseverancia... Y perdón, perdón hasta el
final.
Existe el peligro de que se introduzca la rutina. Por ello se
requiere cultivar, tanto para el amor a Dios o al propio cónyuge.
Una anécdota nos lo ilustra:
Después de casarse, ella empezó a cambiar, pues aunque era
buena dueña de casa, ya no ponía tanto interés por su marido como
en el noviazgo. Él no reclamaba, pero resentía cierta tibieza. Un día
le llamó desde la oficina: “Querida, pon un plato más en la mesa.
Voy a llevar a un amigo a cenar”.
Ella estaba leyendo cuando le llamó. Cerró la revista y puso
manos a la obra. Barrió la casa, arregló el comedor, se puso un
bonito vestido y preparó una comida de fiesta. De vez en cuando
miraba a la ventana: “¿quién será este amigo? Se preguntaba.”
Hacia las siete apareció el marido... solo. Ella, contrariada, le
reclamó: “¿Dónde está el amigo que ibas a traer?”
El marido echó una mirada al comedor preparado, miró
seriamente a su esposa y preguntó: “Y yo, ¿No soy tu mejor
amigo?”
Su mujer entendió que de no ser por la llamada no hubiera
preparado nada. De ahí en adelante, las cosas mejoraron, había
servido la lección.
3) Para vivir
Aunque los esposos están llamados a reproducir en su amor
conyugal el amor de Cristo por su Iglesia, ello no significa que han
de hacerlo de manera perfecta, pues eso los podría llenar de
angustia al verse tan limitados. Significa que están en camino, que
han de ir avanzando gradualmente, conforme van incorporando en
su vida los dones de Dios (San Pablo II).
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )