Oraciones abiertas a Dios
P. Fernando Pascual
16-7-2016
Una oración está abierta a Dios cuando pedimos con serenidad y confianza, cuando tenemos una
actitud humilde de acogida esperanzada.
Esa oración no busca imponer algo a Dios, ni busca “chantajearle”, ni amenaza con dejarle si no
responde según nuestros deseos.
Al contrario, esa oración surge desde la disponibilidad. Es cierto que deseamos favores muy concretos
(lluvia o no lluvia, frío o calor, buenas cosechas, un poco de paz). Pero también es cierto que Dios ve
más allá y mejor que nosotros.
Por eso, las oraciones abiertas a Dios piden, desde la confianza y con paz. Piden, porque tenemos
deseos. Piden, porque sabemos que Dios lo puede todo. Piden, y dejan el resultado en sus manos de
Padre.
El tiempo dirá cuál haya sido la respuesta divina. Seguramente, si es para nuestro bien, producirá una
gran alegría ver que Dios acogió nuestra súplica. Pero no perderemos la paz ante una respuesta
diferente, o un silencio largo.
Dejamos a Dios ser Dios. Lo hacemos como hijos, como peregrinos, como desconocedores de sus
designios. Lo hacemos mientras oramos, cada día, como nos enseñó el Maestro: “Padre nuestro...
hágase tu voluntad”.