MUCHA PACIENCIA
Hay veces que me arrepiento de la decisión tomada.
Hay veces que me doy cuenta volvería a tomar la misma decisión.
Le conocí tirado en la calle durmiendo su abundancia de alcohol.
Una vez me detuvo para hacerme un comentario.
Le escuchaba hablarme pero, mucho más, sentía sus bocanadas de aliento
alcohólico.
Un día me llaman porque él quería hablar conmigo.
Me llego hasta el lugar donde se encuentra.
Voy a su encuentro y lo despierto.
Me habla y me llegan unas gruesas bocanadas de un aliento pesado de
tanto alcohol y ligero de algunos desvaríos.
Me pide un favor y logro realizar su solicitud.
Ese día descubro que Dios lo ha puesto en mi camino.
Ese día descubro la necesidad de hacer algo por él.
Ese día descubro Dios quería lo descubriese en él y aprendiese mucho
desde él.
Sabía habría de complicarme la vida pero……….
¿Cuántas veces había predicado que Jesús se llega hasta nosotros para
complicarnos la vida?
Debía comenzar a poner en práctica lo que predicaba.
Una noche de frío intenso no podía dejar de pensar en él y su situación de
calle.
Sabía que pensaba en él no por mi bondad sino porque Dios así lo quería.
Debía hacer algo. No podía permanecer indiferente a lo que Dios me estaba
solicitando.
Salimos en su búsqueda.
Dormía sobre un banco a la entrada de un edificio.
Con pasos tambaleantes se acercó hasta nosotros y subió al auto.
Un espacio y un lugar para que durmiese.
Desde ese día nunca dejó de llegar en horas de la noche.
Cuando por alguna razón llegaba tarde a casa el me esperaba durmiendo
tirado frente a la puerta de entrada.
En oportunidades con mucho alcohol en su interior.
En oportunidades bastante normal.
Lo suyo es retocar una ingesta de alcohol permanente y constante.
Nunca está sin unos cuantos litros de vino en su interior.
Él lo sabe y, por ello, es inútil recordarle que se está destruyendo la vida.
Sin duda Dios no lo puso en mi vida para que le haga dejar de tomar sino
para que yo aprendiese a ser mejor persona.
No comparto su estilo de vida pero eso no es lo que me pide Dios. Dios me
pide lo acepte.
No comprendo su vivir tomado pero no es lo que Dios me pide. Dios me
pide lo respete.
Sin duda muchas veces he debido hablarle con firmeza para que pueda
entender algunas normas elementales de convivencia.
Sin duda muchas veces le he debido repetir solicitudes que él, en su bruma
constante, olvida con increíble facilidad.
Es allí donde me doy cuenta soy igual a él.
Dios me pide le tenga paciencia y yo olvido tal solicitud.
Pierdo la paciencia con sus actitudes propias de un ebrio.
Pierdo la paciencia desde mi consiente lucidez mental.
Lo de él es entendible. Lo mío carece de sentido.
Señor dame paciencia. Mucha paciencia para tratarte desde él.
Padre Martín Ponce de León S.D.B.