Limitado, grande, y amado por Dios
P. Fernando Pascual
25-6-2016
Soy un ser limitado. Limitado por mi cuerpo, mis fuerzas, mis debilidades, mis enfermedades, mi
memoria (buena o mala). Limitado por mi historia (con sus momentos malos y sus momentos buenos).
Limitado por mis miedos (que muchas veces me paralizan y me impiden salir de mí mismo).
Soy limitado... y a la vez grande, abierto a mil posibilidades. Porque tengo una inteligencia para
pensar, porque tengo una voluntad para amar, porque tengo un tiempo, este “ahora” maravilloso, para
decidir que mi vida sea para Dios y para los demás.
Limitado y grande, cuento además con un don infinito: el hecho de ser amado por Dios.
Continuamente me busca, me mira, me alimenta, me viste, me anima, me cura, me perdona, me salva...
Un desayuno, una comida, el viento, el agua, un día de frío o de calor, la hierba que crece sin
murmullo, el mirlo que me despierta por las mañanas... Son tantas las señales que muestran lo mucho
que Dios me ama.
En este día sentiré mis límites: el cansancio o el miedo aparecerán continuamente bajo las cortinas.
Pero también pondré en marcha mi grandeza: esa mente y ese corazón que me permiten avanzar hacia
la verdad y aspirar a la justicia.
Sobre todo, en este día me abriré al inmenso y cercano Amor de Dios. Un Amor tierno, detallista,
paterno, personalizado. Un Amor que me ha librado tantas veces del peligro, que me ha levantado del
pecado, que me ha dado la posibilidad de llamarle con el nombre más maravilloso: Padre nuestro de
los cielos...