El éxito de Agustín de Foxá
La alegría en el amor verdadero
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
San Pablo menciona juntas dos características del amor: “el
amor no se alegra con la injusticia y se alegra con la verdad”. Con lo
que se puede ver que la alegría puede orientarse hacia el bien o
hacia el mal. Cabe el peligro de alegrarse con un mal, lo cual sucede
con la envidia que no permite que los demás nos superen en algún
aspecto: porque tiene más cosas, porque saben más, por sus éxitos,
por su manera de ser, etc. Pero esta es una actitud venenosa.
Dice el Papa Francisco, al comentar estas frases, que la mala
alegría se puede dar en la familia cuando se dan las comparaciones
o las competencias, incluso con el cónyuge, en que uno se puede
alegrar secretamente de los fracasos del otro. Es un mal sentimiento
que hay que evitar, pues indica una falta de amor.
El amor nos lleva a alegrarnos con las alegrías de los demás,
porque precisamente queremos su bien, que las cosas le vayan
bien. Por eso la verdadera alegría es fruto del amor.
2) Para pensar
En una ocasión le hicieron una entrevista a un escritor que
tuvo gran éxito con una de sus obras y se vendieron muchos sus
libros. Comenzó diciendo: “Pido perdón por haber tenido éxito”. Así
se «excusaba» ante los inevitables envidiosos que no perdonaban
que hubiera tenido tal éxito con mucha facilidad según ellos.
Algo semejante sucedió a otro escritor, el español Agustín de
Foxá, un rico aristócrata de buena familia, que fue diplomático,
novelista, poeta, periodista y casado, además, con una mujer muy
guapa. Cuando tuvo, por si fuera poco, otro importante éxito con
una de sus obras de teatro, cuando le felicitaron, le oyeron decir:
“Yo ya he empezado a hacer correr el rumor de que tengo una
úlcera de estómago...” Le preguntaron si acaso era verdad. El
respondió: “Conozco el mundo. De esa manera, quien tenga que
reconocer mi éxito, podrá añadir: «el pobre, de todos modos, está
bastante mal de salud». Y así sentirán cierto alivio”.
En efecto, a veces parece que el mundo no perdona el triunfo
de los demás y procura de cualquier modo, a veces con la calumnia,
derribar al que sobresalió.
Podemos pensar de qué medida es nuestro amor, según nos
alegremos con el bien de los otros.
3) Para vivir
Cuando alguien obtiene un bien, el amor nos lleva a
alegrarnos también con él. Y si a alguien le acompaña algún
malestar, la misericordia nos lleva a padecerla con aquél. La palabra
“misericordia” tiene que ver con “tener el corazón con miserias”, es
decir, que al ver las miserias del prójimo, las hacemos propias y le
ayudamos a cargarlas y remediarlas, de esa manera somos
misericordiosos.
Es preciso, dice el Papa, que “alimentemos nuestra capacidad
de gozar con el bien del otro”, procurando dejar de concentrarnos
en nuestras propias necesidades… La familia debe ser siempre el
lugar donde alguien, que logra algo bueno en la vida, sabe que allí
lo van a celebrar con él”. De esa manera, lo que vivimos en la
familia, luego lo viviremos en la sociedad.
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