¿Me divorcio si no funciona?
P. Adolfo Güémez, L.C.
El gran problema de los matrimonios de hoy es que se casan para ver si funciona y no para
hacer que funcione.
Tal vez se debe a que se piensa que el amor debe ser espontáneo. Y sí, en un inicio lo es,
pero con el tiempo, si queremos perseverar, se ha de convertir indefectiblemente en una
decisión. He aquí las razones contundentes.
:: 1. Porque para que algo dé fruto lo tenemos que cuidar ::
Cuando sembramos una semilla, si quiero que dé mucho fruto, la tengo que cuidar con
delicadeza y constancia. Sí no lo cuido, tal vez no se muera enseguida. Pero sin duda no
crecerá ni se fortalecerá todo lo que hubiera podido.
:: 2. Porque el matrimonio es una obra de arte ::
No podemos olvidar que el matrimonio es una obra de arte, ¡por eso es tan valioso! Como
tal, hay que tratarlo con delicadeza. ¿Cuántos detalles de amor y cariño has dejado de lado
en tu relación? ¿Qué actitudes negativas jamás te hubieras permitido cuando eran novios y
ahora se han convertido en normales?
El amor no se muere por sí solo, ¡el amor lo matamos nosotros! A fuerza de descuidos, de
olvidos, de comodidades.
:: 3. Porque el amor necesita del dolor ::
A veces pensamos que el dolor y el amor son incompatibles. ¡Qué equivocación! ¡El amor
se tiene que regar con dolor! Porque, como dice san Agustín, «si no quieres sufrir, no ames.
Pero si no amas, ¿para qué quieres vivir?»
Esto nos lo demostró Jesús muriendo en una cruz. Tu matrimonio es y siempre será una
cruz, no para herirnos y deprimirnos, sino para hacer que el amor sea cada día más grande,
hasta parecerse al mismísimo amor del Hijo de Dios que «me amó y se entregó a sí mismo
por mí» ( Gal 2, 20).
:: 4. Porque todos los días son una nueva oportunidad ::
Cuando se pronuncian los votos matrimoniales, se firma un cheque en blanco. No se sabe lo
que va a pasar, pero estén seguros de que todo se puede superar con amor.
Tal vez en ese momento se piensa en las grandes pruebas de la vida: enfermedades, crisis
económicas, traiciones de amigos, etc.
Pero la realidad es que la gran prueba a la que hay que afrontarse es la de la resistencia:
elegir amar al otro cada día, por más monótono y aburrido que me pueda parecer.
Es cierto que con el tiempo el otro puede haber perdido ese carácter de novedad y sorpresa
que tanto te atraía. Pero te invito a pensar lo siguiente: si tu matrimonio se volvió rutinario,
¿no será porque dejaste de vivir cada día como una nueva oportunidad para amar más?
Recuérdalo: también a eso te comprometiste el día de tu boda.
www.padreadolfo.com