Voz del Papa
“El amor no es rencoroso”
José Martínez Colín
1) Para saber
En la vida familiar se pueden dar situaciones donde alguien
ofende a otro. Entonces caben dos opciones: permitir que un mal
sentimiento penetre en nuestro corazón, que guardemos rencor por
el mal recibido, “lo tomemos en cuenta”. O, por el contrario, que
perdonemos intentando comprender la debilidad ajena e incluso
busquemos una excusa para ese comportamiento, como cuando
Jesús exclamó ante los que lo estaban crucificando: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34).
Uno mismo es quien decide qué actitud tomar. San Pablo nos
recuerda que “el amor no toma en cuenta el mal”, no busca culpas,
no es rencoroso. El peligro del rencor es que podemos hacerlo
crecer cuanto queramos, dice el Papa Francisco, pues “la tendencia
suele ser la de buscar más y más culpas, la de imaginar más y más
maldad, la de suponer todo tipo de malas intenciones, y así el
rencor va creciendo y se arraiga”. Es preciso evitar darle a todo la
misma gravedad pues así se daña el vínculo amoroso y la
estabilidad familiar.
2) Para pensar
En una ocasión el maestro pidió a sus alumnos que llevaran
unas papas y una bolsa de plástico, pues les explicaría sobre el
resentimiento. Ya en clase, se trataba de tomar una papa por cada
persona a la que se le guardara resentimiento, escribir su nombre
en ella y ponerla dentro de la bolsa. Algunas bolsas eran realmente
pesadas.
El ejercicio consistía en que durante una semana cada uno
llevaría la bolsa de papas a todos lados donde se fuera.
Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el
tiempo y hacía descuidar deberes por estar pendientes de ella. El
fastidio de acarrear esa bolsa en todo momento mostró claramente
el peso espiritual de cargarla a diario. Al final todos arrojaron
gustosos esa carga con las papas podridas. Los alumnos
comprendieron lo pesado e inútil que era mantener el resentimiento
por algo que ya pasó y no puede cambiarse.
A veces le damos mucha importancia a las promesas no
cumplidas o a pequeños desaires, y nos llenan de resentimiento y
malestar. Pensemos ahora en las papas que se pudren en nuestra
"mochila" sentimental, para decidirnos a arrojarlas fuera de
nosotros.
3) Para vivir
La solución para recuperar la paz es el perdón. La falta de
perdón es como un veneno que tomamos a diario a gotas pero que
finalmente nos termina envenenando. Muchas veces pensamos que
el perdón es un regalo para el otro sin darnos cuenta que los
beneficiados somos nosotros mismos.
El perdón es posible, pero no fácil, exige sacrificio, dice el
Papa Francisco. Perdonar no significa aprobar lo que pasó o darle la
razón a alguien que nos lastimó. Simplemente significa dejar de
lado, “no tener en cuenta” aquello que nos causó dolor o enojo,
pero solo será posible a partir del amor.
Muchas veces la persona más importante a la que tenemos
que perdonar es a nosotros mismos. Esto supone la experiencia de
ser perdonados por Dios, por un amor incondicional que nos
estimula. “Entonces podremos amar más allá de todo, perdonar a
los demás aun cuando hayan sido injustos con nosotros”, logrando
que donde vivamos sea un lugar de comprensión, acompañamiento
y estímulo.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )