¿Servir a los hombres o a Dios?
P. Fernando Pascual
3-6-2016
Hay dos modos antitéticos de vivir. En el primero, se busca contentar y servir a los hombres dejando de
lado a Dios. En el segundo, se busca servir y amar a Dios y a los hombres.
San Pablo invita a vivir como “esclavos de Cristo que cumplen de corazón la voluntad de Dios; de
buena gana, como quien sirve al Señor y no a los hombres; conscientes de que cada cual será
recompensado por el Señor según el bien que hiciere: sea esclavo, sea libre” ( Ef 6,6-8).
Cada día escojo cómo vivir. ¿Sirvo al mundo, a sus intereses, a las modas, a los que me piden menos
fidelidad y más adaptación? ¿Busco mantener mi fama ante los familiares y amigos, aunque eso
signifique apartarme de Cristo?
O, por el contrario, ¿he optado por el Señor de tal modo que ya nada me puede separar de Él? Son
preguntas decisivas, que dividen a los seres humanos en dos grandes grupos: los que optan por acoger
a Cristo, o los que optan por ignorarlo, rechazarlo u olvidarlo.
La disyuntiva está ante mis ojos. En este día puedo optar según la lógica del mundo, que huye de la
cruz y que prefiere la puerta que lleva a la perdición (cf. Mt 7,13). O puedo coger mi propia cruz para ir
detrás del Maestro (cf. Mt 16,24).
Si sirvo a los hombres, al final descubriré el engaño de una vida encerrada en sí misma, en la que
faltaba la verdadera esperanza. Si sirvo a Dios, con alegría, entraré por el camino del Amor. Entonces
me convertiré en esclavo de Cristo (cf. 1Cor 7,22) y en verdadero servidor de mis hermanos...