El alma humana no muere con el hombre
MARTHA MORALES
A un experto en personas en situación de calle le preguntaron si había que dar
limosna o no. Él respondió:
- “No lo sé. Lo que sí sé es que hay que tratar bien a la gente, es decir, que no
sienta nuestra indiferencia o desprecio sino nuestra aceptación, porque le
decimos gracias, le damos los Buenos días o le damos una sonrisa. Hay muchos
modos de contestar a un requerimiento. Hay que ser amables”.
Y esto, ¿por qué? Porque toda persona tiene una dignidad muy grande, está
hecha a imagen y semejanza de Dios; tiene una huella divina.
El Dr. Oscar Martínez González aseguró que la "incapacidad para descubrir el
sentido y valor del sufrimiento y para advertir el verdadero rostro de la muerte,
hacen muy difícil entender argumentos en contra la de la eutanasia" y a favor
del buen trato a los enfermos de Alzheimer. "Una sociedad que no es capaz de
hacerse cargo de los enfermos, es una sociedad que ha perdido el rumbo",
afirmó, Martínez.
Hay personas que sufren una degeneración de las células del cerebro, pierden la
memoria, se desorientan y sufren un deterioro intelectual y personal, pero no
por eso dejan de tener alma. El alma sólo se separa del cuerpo por la muerte.
Hay verdades que no nos afectan, por ejemplo, saber la longitud del río Nilo.
Pero hay otras verdades que nos afectan profundamente, como la existencia de
Dios y la inmortalidad del alma. Su afirmación o negación dan un rumbo
determinado a nuestra vida, por eso se llaman “verdades existenciales”.
¿Qué es el alma? El alma es un principio o entidad espiritual que poseen todos
los seres vivos. Las plantas tienen alma vegetativa; los animales, alma
sensitiva; y los seres humanos, alma racional.
El hombre es un ser compuesto de alma y cuerpo, su alma está dotada de
entendimiento y voluntad, y consecuentemente, de libertad. Nuestra alma es lo
que vivifica al cuerpo. Un cuerpo puede verse perfecto pero ha muerto, es un
cadáver, ¿qué le falta? Precisamente el alma. El alma es espiritual e inmortal, es
el principio de vida de un cuerpo. Cuando un niño es concebido, quien organiza
todo su crecimiento es el alma.
Llamamos espiritual a lo que es independiente del cuerpo; al ser espiritual el
alma es esencialmente simple, vive y ejercita su actividad con operaciones que
no radican en órgano corporal alguno. Esas operaciones no son sensitivas
aunque se realicen con ayuda de los sentidos, son operaciones intelectuales.
Al ser simple, el alma no tiene partes y, al no tener partes no puede morir pues
la muerte es separación de partes. Se separa del cuerpo, pero no se separa ella
misma de nada.
El alma es una subsistencia que permanece idéntica a sí misma en medio de los
fenómenos variables que en ella se verifican. Tenemos como prueba el
testimonio de nuestra propia conciencia. La memoria supone una ilación
continua entre el pasado y el presente. Pensamiento, memoria y responsabilidad
son manifiestos testigos de nuestra identidad.
El alma es simple, no un compuesta de elementos corpóreos. El alma es distinta
de los elementos materiales que componen el cuerpo, pues todos esos
elementos desaparecen arrastrados por el torbellino vital. Si una persona pierde
la memoria, el alma no se ve afectada en su simplicidad, se ve afectado el
órgano a través del cual se manifiesta.
Tenemos la necesidad de un principio único y simple para explicar la unidad del
pensamiento. Ese principio es el alma (Filosofía.org).