Voz del Papa
“El amor es desinteresado”
José Martínez Colín
1) Para saber
Para mostrar un amor desinteresado suele acudirse al ejemplo
de las madres que aman a sus hijos. En su reciente Exhortación
Apost￳lica el Papa Francisco recuerda que “las madres, que son las
que más aman, buscan más amar que ser amadas” (Sto. Tomás de
A., S. Th., II-II, que. 27). Es algo propio del amor buscar la
verdadera felicidad de los demás. Por eso, continuando con su
reflexión sobre las características del amor, el Papa comenta la frase
de San Pablo: “el amor no busca su propio interés”.
La caridad, cuando es verdadera, busca siempre el bien de los
demás, más que el propio. El amor, dice el Papa, evita darle
prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de
sí a los demás”. Es decir, no se prefiere frente a otros porque antes
que pensar en sí mismo se ocupa de los otros.
2) Para pensar
Darle prioridad a los demás, no implica no amarse a sí mismo,
sino tener la humildad de preferirlos a uno. Es el ejemplo de la
madre que prefiere que sus hijos coman bien, incluso privándose
ella de hacerlo.
Nuestro Señor nos muestra el orden en el amor al pedirnos
que el primero en el amor es Dios, y después, que amemos al
prójimo como a uno mismo. Está bien amarse, pero no sobre los
demás. El Papa recuerda un texto de la Sagrada Escritura: “El que
es taca￱o consigo mismo, ¿con quién será generoso? […] Nadie
peor que el avaro consigo mismo” (Si 14, 5-6).
Es clásica la novela de Charles Dickens “Cuento de Navidad”.
En ella relata la vida de un avaro llamado Evenezer Scrooge, quien
vive solo y de modo miserable aunque tiene muchas riquezas. Es
muy tacaño y explota a sus empleados. Sucede que en fechas
cercanas a la Navidad es visitado por unos fantasmas que le
muestran su falta de caridad y sus errores. A la vez le enseñan la
felicidad de familias pobres que pueden serlo sin necesidad de los
bienes que él atesora. Le abren los ojos para que rectifique y
cambie su vida.
El cuento es una lección sobre el desprendimiento, no solo de
los propios bienes materiales, sino de uno mismo para pensar en la
felicidad de los demás, encontrándose, paradójicamente, con la
propia felicidad.
Por eso nos dice San Josemaría: “Nadie es feliz, en la tierra,
hasta que se decide a no serlo. Así discurre el camino: dolor, ¡en
cristiano!, Cruz; Voluntad de Dios, Amor; felicidad aquí y, después,
eternamente” (Surco, n. 52).
3) Para vivir
Es común hoy en día buscar sobre todo el propio provecho. Se
desea sacar ventajas. Se dice: “Y si no obtengo algo, ¿para que lo
hago? ¿Qué voy a obtener con ello?” Se olvidan de que el amor,
como dice el Papa Francisco, “puede ir más allá de la justicia y
desbordarse gratis, sin esperar nada a cambio, hasta llegar al amor
más grande, que es dar la vida por los demás”.
El ejemplo más claro está en Nuestro Señor Jesucristo que dio
su vida por nosotros de modo gratuito. Él no obtuvo nada a cambio,
lo tenía todo, es Dios verdadero. Y, sin embargo, no tuvo reparo en
padecer hasta la muerte. Por ello se convierte en nuestro modelo de
vida. En la vida en familia hay muchas oportunidades de vivir esa
caridad “gratuita”, sin obtener nada a cambio. Que renunciemos a
preguntar “¿y que me das a cambio?”
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )