Voz del Papa
“El amor es amable”
José Martínez Colín
1) Para saber
La siguiente cualidad que San Pablo señala es que “el amor no
obra con rudeza”, lo cual, dicho de modo afirmativo, significa que el
“amor es amable”, como señala el Papa Francisco. Sus modos, sus
palabras, sus gestos no pueden ser ásperos ni rígidos, es más, el
amor detesta hacer sufrir a los demás.
Como escribe Octavio Paz, a quien cita el Papa, “la cortesía es
una escuela de sensibilidad y desinterés”, en que hay que aprender
a sentir, hablar y, en ciertos momentos, a callar” (La llama doble).
El Papa nos recuerda que el amor amable genera vínculos,
cultiva lazos, crea nuevas redes de integración, construye una trama
social firme.
2) Para pensar
Se cuenta que un pobre joven cumplía en la cárcel los años de
la condena por haber cometido un grave delito. Un día visitó la
cárcel un sacerdote. Le dio mucha pena ver a ese joven muchacho
entre criminales de oficio. Así que se acercó a él cariñosamente, le
puso la mano sobre el hombre con gesto paternal y le preguntó:
“Pero hijo, ¿tú también aquí?”. El joven se conmovió sinceramente
ante ese gesto, brillaron lágrimas en sus ojos y respondió en voz
baja: “¡Oh, señor, yo no estaría aquí si antes alguien me hubiera
puesto la mano así sobre el hombro!”
Y para aprender desde la familia a ser amables, podemos
aprender del lenguaje amable de Jesús. En el Evangelio
encontramos diversas expresiones que reconfortan y dan aliento,
como cuando se dirige a un paralítico: “¡Ánimo, hijo!” (Mt 9,2); o
cuando se encuentra a una madre que pide por su hija: “¡Qué
grande es tu fe!; en otras ocasiones consuela: “¡No temáis!”; en
otras alienta y estimula “¡Levántate!”; otras anima: “¡Sígueme!” No
son palabras que humillan o entristecen, sino que estimulan.
Podemos pensar cómo es nuestro lenguaje, si acaso no le
faltará amabilidad. Lo podemos descubrir en los rostros de quienes
nos escuchan, o podemos preguntar con quienes conviven con
nosotros.
3) Para vivir
En un artículo sobre la amabilidad firmado por Alfonso
Zermeño, recomendaba seis reglas para practicarlas en nuestra
convivencia familiar y social, pues como dice Santo Tomás de
Aquino, citado por el Papa: “Todo ser humano está obligado a ser
afable con los que lo rodean”.
1° Saludemos a los demás con entusiasmo.
2º Interesémonos por el nombre de los demás. Hagamos un
esfuerzo para aprender los nombres hasta que lo logremos. Incluso
a todas las personas, también de quien nos atiende en un comercio
un servicio.
3ª Conocer la fecha del cumpleaños de las personas para
felicitarlas en su día.
4ª Prestar atención a lo que la otra persona dice o cuenta,
aunque ya lo sepamos. Ser siempre un buen oyente.
5ª Si se va a visitar a una persona, especialmente a un
enfermo, averiguar qué temas le agradan más, para hablar de ello.
6ª Hacer una lista de las cualidades que tiene alguien que nos
es antipático, y al pensar en ellas aumentará la simpatía.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)
( articulosdog@gmail.com )