Matar a Don Yo
“El amor no hace alarde”
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Nos dice San Pablo en su Carta a los Corintios que “la caridad
no hace alarde” y el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica,
capítulo cuatro, se detiene en esta característica para reflexionar
sobre el amor que ha de dirigir nuestros actos, especialmente en la
familia.
Al vivir la caridad se puede presentar la tentación de querer
hacer notar ante los demás esas buenas obras para sentirnos
superiores ante quien no las hace. Es un deseo desordenado de
querer impresionar, incluso, en ocasiones, de manera pedante. Se
trata de quien le anda diciendo a todos las cosas buenas que ha
hecho para que noten que es una buena persona y buscando su
reconocimiento.
Dice el Papa Francisco que quien ama “no sólo evita hablar
demasiado de sí mismo, sino que además está centrado en los
demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro.”
2) Para pensar
Comentaba San Gregorio Magno las observaciones que le
hacía un Profeta al Rey Ezequías que solía ser muy rico y mostraba
sus riquezas: “Llegará el día en que todo cuanto poseas, todos tus
tesoros, tus caudales y bienes, te serán despojados por tus
enemigos y llevados a Babilonia, quedándote sin nada”.
De esa misma manera, dice el santo, nuestros tesoros, que
son nuestras virtudes y nuestras buenas obras, al darlas a conocer
con el fin de sentirnos superiores hacemos que caigan en manos de
los enemigos y seamos despojadas de ellas, quedándonos con las
manos vacías. Al hablar de nuestras buenas obras por soberbia es
como dar ocasión a los ladrones para que nos roben nuestras
riquezas.
Aquí en la tierra vamos por un camino expuesto a las
emboscadas de infinitos salteadores: “por lo que es preciso tener un
grande cuidado de llevar oculto en nuestro corazón todo el bien que
hacemos, si queremos recibir el premio del eterno Juez que ve lo
más profundo de los corazones. Es absolutamente necesario ocultar
nuestra virtud, porque no suceda que exponiéndola a la vista en el
camino de la vida presente, nos la quiten y roben los ladrones
espirituales que nos están continuamente observando”. (S. Gregorio
Magno, Libro 8, Sent. 38).
3) Para vivir
En la vida familiar, dice el Papa Francisco, no puede imperar la
competencia “para ver quién es más inteligente o poderoso, porque
esa lógica acaba con el amor”.
Es común que los bienes estén repartidos y que uno tenga lo
que otro no tiene. Por ejemplo, si alguien sabe cantar muy bien, no
es soberbia pensar que se canta bien y otros no, pues eso es
verdad. La soberbia es hacer alarde de ello, sin agradecerle a Dios
por tener ese don. Además, ese don ha de ser puesto para el bien
de los demás. Si se canta bien, se ha de cantar para agradar a Dios
y a los demás.
Nuestro Señor nunca hizo alarde de su bondad: la lógica del
amor cristiano no es la de quien se siente más que otros y necesita
hacerles sentir su poder, sino que «el que quiera ser el primero
entre vosotros, que sea vuestro servidor» (Mt 20, 27).
Es una tarea ardua y difícil que dura toda la vida. Por ello, con
su gracia proverbial, el arzobispo de México Luis María Martínez
(1881-1956) solía decir: «Para llegar a la unión con Dios es
indispensable matar a Don Yo, que es el peor bandido que se
conoce».
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