Violencias y derechos
P. Fernando Pascual
30-4-2016
Hay derechos que son fundamentales para la convivencia. Defenderlos resulta un deber irrenunciable.
Pero nunca será correcto recurrir a la violencia sobre inocentes bajo la bandera de promover tales
derechos.
Lo anterior parece obvio. Sin embargo, ante huelgas salvajes, ante violencia gratuita en
manifestaciones que dicen promover la justicia, constatamos cómo en nombre de algunos derechos se
va en contra de otros derechos.
Un Estado auténticamente justo no puede tolerar ninguna violencia sobre inocentes. Por lo mismo, son
necesarias acciones concretas de la policía y de los jueces contra piquetes violentos, contra quienes
agreden a trabajadores que tienen el derecho de no apoyar una huelga, contra quienes destruyen coches
o ventanas de personas inocentes.
La sociedad tiene que plantar cara a tantas actuaciones violentas que se amparan y “justifican” en el
derecho a la huelga, a la manifestación, a la protesta. Nunca una causa buena debería dar “derechos”
para pisotear la salud física o los bienes de otros.
Por eso causa rabia constatar la impunidad de ciertos grupos agresivos, amparados muchas veces por
partidos políticos, movimientos sociales, sindicatos o periodistas, que no hacen nada por impedir la
violencia de tales grupos.
Además, si un sindicato o una asociación quieren, de verdad, promover la justicia y los derechos,
tienen que contrarrestar con firmeza cualquier comportamiento agresivo, aunque sea cometido por
algunos de sus miembros o simpatizantes.
El mejor camino para vencer tantos males de nuestro tiempo está en la defensa de los débiles y los
marginados con métodos que respeten la convivencia de todos.
Solo entonces los promotores de protestas legítimas serán capaces de defender los derechos de los
grupos más vulnerables al mismo tiempo que tutelarán la paz pública y los bienes de todos aquellos
hombres y mujeres que conviven en una misma ciudad y bajo unos mismos derechos fundamentales.