Dictaduras lingüísticas
P. Fernando Pascual
30-4-2016
Existen muchos tipos de dictaduras. Tienen en común un elemento: el desprecio y la agresión
hacia los “enemigos”.
Entre esas dictaduras, existen las dictaduras lingüísticas. Surgen cuando en un territorio se busca
imponer a todos los niveles una lengua, aunque existan en ese mismo territorio otra u otras
lenguas ampliamente arraigadas por motivos históricos o sociales.
Las dictaduras lingüísticas actúan con presiones diversas para marginar las lenguas “indeseadas”
y promover la lengua declarada “propia”. Las presiones van desde prohibiciones o
discriminaciones hacia cualquier escuela que ofrezcan modalidades de bilingüismo declarado
“inaceptable” hasta multas contra quienes usen en los espacios públicos las lenguas no deseadas.
En un mundo donde se promueve la convivencia con los “diversos”, duele encontrarse ante
dictaduras lingüísticas, sobre todo si grandes grupos de la población se someten a las mismas o
incluso hay mayorías que las apoyan.
Al revés, es hermoso encontrarse con grupos sociales abiertos e inclusivos, que no desprecian a
quienes hablan lenguas diferentes de la propia, sino que saben promover convivencias que
respetan los derechos lingüísticos de todos, de quienes viven por décadas en un territorio o de
quienes llegan por motivos diversos a trabajar en ese territorio.
Los derechos humanos valen para todos, sin discriminaciones basadas en el idioma (cf. artículo
2 de la Declaración universal de los derechos humanos). Entre esos derechos leemos lo
siguiente: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de
darse a sus hijos” (artículo 26,3). Lo cual vale también respecto de los idiomas que deseen
enseñar a esos hijos.
Recordarlo será parte del camino que permita superar dictaduras lingüísticas agresivas y
discriminatorias, y promover sociedades donde la diversidad sea respetada en sus legítimas
exigencias, también respecto al uso de idiomas que pueden convivir armoniosamente en
sociedades abiertas e inclusivas.